lunes, 7 de febrero de 2011

(parte 6) Preguntas de respuesta imposible..., para los creadores del “Marco Rector de la Educación sexual” del MEC.

8. Teniendo la familia el derecho intransferible e irrenunciable de educar a sus hijos acorde con la “perspectiva moral”, asumida dentro de la “diversidad”, y “multiculturalidad” de estos núcleos sociales: ¿por qué les secuestran ustedes ese derecho, atropellando las “perspectivas”, la “diversidad”, y la “multiculturalidad” de las familias, derechos que tanto destaca el MEC a favor de gays, lesbianas, bi y transexuales, invocando la “ideología de género”, hoy ya rechazada por la ONU (el 28 de octubre-2010), en cuyo seno nació? Nuevamente: La “diversidad” de ustedes, sí; la “diversidad” nuestra, no.
¿Dónde queda la “equidad”, y la “igualdad”? ¡En los papeles del Marco Rector!

Los del MEC repiten constantemente, como un sonsonete de mal gusto las palabras “diversidad”, “multiculturalidad”, “opción sexual” etc., forzando al máximo el alcance del significado real de estas palabras, práctica erigida en grosera y atrevida costumbre en los activistas de género, para referirlas directamente, pero de manera camuflada, a la homosexualidad, considerada como “diversa” manera de expresar amor (!); nos hartan también con lo de la “perspectiva de género” como el enfoque “personal”(!) del propio sexo al margen de la definición cromosómica o somática (!); y la “multiculturalidad”(sexual), como si la homosexualidad fuera una cultura normal, y no una patología, etc.: todo referido al sexo, y a ningún otro aspecto de la diversidad, ni de la cultura, ni de otras perspectivas: he ahí su astucia. Es que la modificación del lenguaje, lo cual es un atropello ilícito a ese patrimonio universal, ya es una práctica usual inventada por los promotores de la “nueva” moral, para encubrir hechos graves con palabras dulces: es el maldito “LPC” (lenguaje políticamente correcto). Es deshonesto forzar el significado original de los términos, más aún cuando en el diccionario y en el lenguaje normal tienen un significado sano, noble e idealista, y ellos les dan significados diferentes, y hasta opuestos y
Entonces podemos “retorcer” esa práctica ilegítima, dándoles también nosotros dichos significados, pero a favor del respeto de la heterosexualidad, de la libertad y del derecho que tenemos los padres de preservar a nuestros hijos del adoctrinamiento marxista que los del MEC pretenden darles.

Ellos, con su ideología marxista, pretenden gozar de sus “supuestos e inventados derechos”, destruyendo los nuestros, legítimos y no inventados.

Pero a nadie, en su sano juicio, se le ocurrirá adjudicarse derechos propios, arrebatando los ajenos. Estos usurpadores, entonces, inventaron un necio razonamiento para justificar la imposición de su ya fracasada “ideología de género”(ONU, 12 octubre,2010), a través de un tenebroso “Marco Rector de la educación sexual obligatoria”. Y dicen:

“Tenemos el derecho humano a la salud; la salud sexual forma parte de la salud; y no hay buena salud sexual, sin libertad absoluta para el disfrute sexual; por lo tanto: contar con un Marco Rector Gubernamental para la educación al disfrute sexual, y el respeto a las opciones sexuales (de los gays, lesbianas, trans, y bi) ES UN DERECHO HUMANO”.
(Estos son los “filósofos” que ¡ya no estudiaron Lógica en el colegio!)

Usando tan torpe y ridículo “razonamiento”, podemos nosotros inventar el siguiente:
“Tenemos el derecho humano a la salud; la salud nutricional forma parte de la salud; y no hay buena salud nutricional sin libertad absoluta para el disfrute nutricional; por lo tanto: contar con un Marco Rector Gubernamental para la educación al disfrute nutricional, y el respeto a las opciones estomacales (de los que comen mucho, poco, o nada), ES UN DERECHO HUMANO”.

Entonces, así como los “genitalcitas” deciden dar juguetes sexuales (para que “practiquen” la cópula y la masturbación) “a los niños, niñas y adolescentes” (como dice su jerga), los “nutricionistas” deciden dar abundantes platos de comidas (para que practiquen la ingestión y digestión) “a los niños, niñas y adolescentes”, lo cual es definitivamente más urgente y necesario que hablarles de genitales y opciones sexuales. Pero como “darles libertades sexuales” (que no las necesitan, ¡porque ya se las toman!), no requiere gastar un peso, pero “darles alimentos estomacales” (que sí los necesitan, y no los pueden tomar) requiere mucho dinero, es mejor nomás, y más barato, “darles libertades”, y no “darles alimentos”. ¿Se entiende la “trampa”?
Pero ¿adónde creen que van a ir a parar con esa clase de sofismas, de los cuales está plagado el Marco Rector? ¿Por qué no nos dejan a nosotros, los padres, darles la educación sexual, y ellos, los del MEC, con “Salud”, “Mujer”, y “Adolescencia”, hagan Proyectos para darles de comer, y capacitarles académicamente, como es su obligación ante el Pueblo, mediante una currícula acorde con el siglo XXI, para acceder a un buen puesto de trabajo, y así poder disfrutar de los goces estomacales, que sí son un derecho humano? Y si no disponen de fondos para eso porque alguien vació (o sigue vaciando) las arcas del Estado, dejen de jugar a hacerse los “responsables” y “generosos” con este disparate genital. ¡¡Cuánto cinismo!!


9. Si no son capaces los del MEC de formar docentes para las materias usuales, ¿podrán capacitar “instructores”, ¡en un año!, para enseñar los temas de la sexualidad, que deben ser abordados por especialistas, no por cualquiera precariamente informado pero no formado, sobre genitalidad solamente? En caso afirmativo: ¿Cómo responderían sus “instructores” a las siguientes preguntas, de las tantas que hacen lo alumnos cuando se toca este tema?

-¿Es bueno tener sexo antes del matrimonio? ¿Con quiénes? ¿Desde qué edad?
-¿Hasta qué edad debemos respetar y escuchar los consejos de nuestros padres?
-¿Qué condiciones debe reunir una pareja para tener relaciones sexuales valiosas?
-¿Es necesaria la fidelidad, tanto en los varones como en las mujeres? ¿Siempre?
-¿Es conveniente llegar virgen al matrimonio? ¿La mujer? ¿Y el varón?
-¿Qué es el amor? ¿Es necesario el amor para tener vida sexual, o no lo es?
-¿Es normal o patológico ser homosexual (gay o lesbiana), pedófilo, zoofílico, etc.?
-¿Por qué los psiquiatras de la APA aceptaron que la homosexualidad es “normal”?
-¿En qué consiste la libertad? ¿Somos absolutamente libres, o hay sanas restricciones?
-¿Por qué el fetichismo y el visualismo son perversiones, y la homosexualidad no?
-¿Es normal o anormal ver pornografía? En caso afirmativo: ¿desde qué edad?
-¿Podría dar una definición clara y breve de lo que se entiende por amor?
-¿Qué diferencia existe entre “centrípeto” y “centrífugo” en referencia al amor?
-¿Es aconsejable leer el libro “El arte de amar”, del famoso Erich Fromm?
-¿Freud considera la homosexualidad como una perversión, igual al fetichismo?
-¿Es posible el amor sin sexo, y el sexo sin amor? ¿Cuál de ellos es desaconsejable?
-¿Tener relaciones sexuales es indispensable como el comer y el tomar agua?
-¿Qué entiende Freud por “sublimación” del impulso sexual? ¿Es posible lograr eso?
-¿Hace daño vivir sin tener relaciones sexuales?
-¿Necesita el niño las figuras materna y paterna para su buen desarrollo psicosexual?

Estas son veinte, de centenares de preguntas, que los adolescentes me han hecho en las clases y conferencias que he dado sobre el tema de la sexualidad, a lo largo de mis 36 años de docencia secundaria y universitaria. Conservo aún los papelitos donde las escribieron.

¿Podrá un “instructor” improvisado, “preparado” en un año por el MEC, responder, con argumentos científicos de la Psicología, de la Medicina, de la Filosofía y de la Moral, tan siquiera a una de las preguntas que les he formulado a modo de desafío?
La respuesta es: NO PODRÁ, porque, para responder preguntas de sexualidad se requiere una seria y completa formación universitaria multidisciplinaria, no una “apresurada” información, por un año, fuera de la universidad, y plagada de errores provenientes de la ideología marxista sobre el sexo.
Habilitar a esa clase de “instructores”, que no cuentan con títulos profesionales de Psicólogos, Psiquiatras, o Médicos, para dar Educación sexual, es una aberración académica, idéntica a la que se cometería “habilitando” a la telefonista de un sanatorio, para realizar una cirugía en quirófano, después de haberla “preparado” por un año, fuera de la universidad, y “en apuro”, en rudimentos de enfermería. En ambos casos, la muerte será el resultado: la telefonista matará el cuerpo; el “instructor-MEC” matará el alma, condenando a la persona a vivir toda una vida desdichada. ¿Cuál de las dos muertes es peor?

Debo destacar también otro punto: siendo la relación sexual una fusión psicosomática que involucra la espiritualidad misma de la persona, como lo demostré en un denso artículo anterior, es necesario que dicha relación se encuentre enriquecida con valores de la psiquis: mentales y espirituales, como se desprende de la veintena de preguntas formuladas más arriba. El Marco Rector sexual no considera ninguna de ellas: por eso lo denomino, con toda precisión y propiedad, “Marco Rector Genital”, porque solo habla de genitales. Nombra, es cierto, como de paso, palabras como “la familia, primera educadora en sexualidad”; “el amor”; “la ternura”; “los valores”; pero ni de lejos los articula dentro del contexto del Marco. Al contrario: miente. ¿Cómo puede, en efecto, escribir en el papel, “la importancia de la familia”, cuando el propósito de la ideología es abolir la patria potestad? ¿Cómo puede escribir “ternura”, cuando en su doctrina se admite, como un derecho humano, el sangriento crimen del aborto? No pasa de ser un Marco genital, útil solamente para la propaganda comunista en las aulas, a costa de la vida de nuestros niños.
Arrimo, como pruebas de que todo esto va condenado al fracaso, dos noticias: una reciente, y otra antigua. La reciente es que el 28 de octubre de 2010 la ONU tuvo que abolir “La Ideología de Género”, por una apabullante derrota: 158 países en contra de ese disparate, y solamente una veintena a favor. Por esa misma razón abolió también el Informe de Vernon Muñoz, Relator especial de la ONU que condenando la “represión” sexual de ciertas religiones, proponía “La Educación sexual comprensiva” (Ver: Internet: Fracaso Informe Muñoz ONU). ¡Sin embargo en Paraguay “no se dan por enterados”! Y siguen con lo de su Marco Rector, ya moribundo en fase terminal.

Y la noticia antigua la extraigo del libro de un excomunista, que había sido uno de sus promotores más entusiastas y brillantes, Ignace Lepp, el cual abandonó el comunismo a mediados del siglo XX, al descubrir la farsa de dicha ideología: ¡los líderes, vivían como capitalistas!, y el pueblo sometido, no tenía propiedad privada, ni libertad.
Graduado en Psicología, se hizo sacerdote católico, y escribió su primer libro: “De Marx a Cristo” (Ed. Carlos Lohlé-Buenos Aires). En otro de sus numerosos libros, titulado “Psicoanálisis del amor” (la misma Editorial), en la página 166, encontré una extraordinaria noticia sobre la ideología comunista sobre el amor, relatada por él mismo, que fuera tan ferviente promotor del comunismo. La cita es un poco larga, pero contiene una invalorable información sobre este tema de la educación de los niños en manos de marxistas. Nos cuenta Ignace Lepp:

“En la Unión Soviética, en los primeros años que siguieron a la revolución de octubre, el amor libre gozaba de todos los favores oficiales. Eminentes feministas, tales como la escritora y futura embajadora Alejandra Kolontaï, lograron unir la causa de la emancipación de la mujer a la causa de la liberación del proletariado. Ellas se creían en el derecho de reivindicar la autoridad de Engels, el cual había considerado al matrimonio como una de las formas históricas de la enajenación capitalista. Se acordó, pues, en la URSS., otorgar a la unión libre, los mismos derechos que al matrimonio legal, entendiendo que poco a poco, a medida que madurase la conciencia comunista de las masas, éste desaparecería por completo dejando a aquella en su lugar.
Es sabido en qué acabó aquella experiencia. Los suicidios de mujeres abandonadas adquirieron un carácter epidémico. Lo abortos demasiados numerosos dañaron gravemente la demografía del país y arruinaron la salud de innumerables mujeres, lo cual tuvo funestas repercusiones sobre la productividad de su trabajo. Entre la inmensa multitud de de niños abandonados, vagabundos y criminales, la proporción de los nacidos de las uniones libres resultó ser trágicamente grande. En resumen: el Estado soviético tuvo que reconocer que, desde el punto de vista social, la experiencia del amor libre había fracasado, y a partir de 1934 devolvió a la familia legal y estable el mismo honorable lugar que ocupa en la sociedad burguesa. Es sabido que hoy (1975) las costumbres soviéticas, en lo que respecta al amor, tienden más bien al puritanismo. Los que se atreviesen a asumir ahora la defensa del amor libre, correrían el peligro de ser considerados enemigos del pueblo. También la experiencia soviética ha demostrado que el Estado no puede suplir a las mujeres en la educación de sus hijos.”

Esta descripción pareciera referirse al Marco Rector paraguayo: libertinaje sexual, educación de niños a cargo del Estado, feminismo emancipador de la “opresión matrimonial”, ¡sumando a eso, el Marco, el matrimonio gay, la adopción de niños por homosexuales, la legalización del aborto, la pérdida de la patria potestad, la ideología de género, y otras aberraciones más! Si el experimento soviético fracasó con los tres ingredientes mencionados en la cita textual, ¿no va acaso, a fracasar en Paraguay, más trágicamente aún, al añadirle el MEC las aberraciones citadas con negrita? El sentido común nos dice que, si un barco que llevaba 10 toneladas, se hundió por exceso de peso, con mayor razón se hundirá llevando 50 toneladas.

¿Y vamos a repetir el experimento, sabiendo con certeza que fracasará?

Hacerlo sería aceptar el delito de un desastre anunciado, de cuyas consecuencias, como de costumbre, el MEC no va a hacerse cargo.

Empecinarse en lo del Marco Rector genitalista, y en lo del matrimonio gay, sería fanatizarse en imponer una catástrofe, premeditada y criminalmente, asumiendo el comportamiento demencial de un paciente psiquiátrico. No hay otra forma de calificar esta inmundicia.

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