4. Aplicaron el "doble estándar" (o doble rasero).
El “doble estándar” consiste en la aplicación distinta de una misma norma, según la conveniencia. Le suelen llamar también doble moral. Sería algo así como valorar el voto de mayoría, para ciertas ocasiones, argumentando que en democracia la mayoría decide; y condenarlo en otras, afirmando que no tiene por qué admitirse que la mayoría siempre tenga razón, imponiéndose y oprimiendo a la minoría. Esa dualidad se dio en algunas intervenciones de los senadores al hablar del "respeto a las minorías". La misma señora Presidenta de la Nación dijo, más o menos estas palabras: "No podemos, no debemos aceptar que una mayoría estadística tenga que oprimir a una minoría que tiene el derecho de expresarse amor...etc." Amén de que la "mayoría", en democracia, no tiene nada que ver con la "estadística", término que pretende rebajar el valor del voto mayoritario, nadie demostró tampoco, que esa "mayoría" haya oprimido jamás a ninguna "minoría" gay. El rechazarlos o aceptarlos, o burlarse, incluso, de ellos, es una cuestión personal de cada uno, tal como lo hacen ciertos gays al rechazar o burlarse del crucifijo o de la Virgen, como lo hicieron en España con el Calendario Gay 2010. Eso es, más que un acto antidemocrático, una conducta de mala educación. Pero, en oposición al aparente gesto amplio, humanitario y cariñoso de la Presidenta, a la hora de la votación de los legisladores, bien que pesaron esos 33 votos del grupo "en mayoría" favorable al matrimonio gay, sin importar que dicha mayoría dominara y oprimiera el sueño del grupo “en minoría” (con 27 votos y 3 abstenciones). ¡Ahí sí la mayoría se impuso! No importó tan siquiera la mínima diferencia de 3 votos ni, mucho menos, las 600.000 mil firmas recolectadas en algunos lugares de la Argentina, de quienes están, en contra de la ley del matrimonio homosexual. Tampoco importó el pensar y el sentir de 33.000.000 de argentinos, ante ese tan estrecho margen de ¡3 votos! ¡Qué se va a hacer! ¡La mayoría decide y se impone a la minoría! Sufra quien sufra. Eso es “la doble moral”, “el doble estándar”, o “la ley del embudo”: "Para mí lo ancho, para ti lo agudo". Vergüenza, cúbrete el rostro.
5. No sopesaron el impacto social y cultural de esa Ley.
Se habla siempre, cuando de la ecología se trata, del "impacto medio-ambiental", y de la "Secretaría del Medio-ambiente". Pareciera que importa más la vida de una planta o de un animal, que el daño que se pueda ocasionar al ser humano. Así ocurre con lo del "aborto legal y seguro": destruir una planta, tiene castigo, por el deterioro medioambiental; destrozar al feto dentro de las entrañas maternas, es un derecho de la salud sexual. ¡Barbaridad! Es como si la ecología planetaria importara más que la psicoecología de sus habitantes humanos. Tal enfoque descabellado hizo también su aparición en el debate de los legisladores argentinos, patentizado en frases como ésta: "¿Qué tiene de malo que se casen los homosexuales? ¡Si no dañan a nadie!". Es otra frase apriorística, soltada sin darle el respaldo racional indispensable. Esa Ley traerá graves consecuencias familiares, sociales y educativas, por citar algunas pocas. En el hogar, los padres ya no podrán educar a sus hijos señalándoles que la homosexualidad no es normal, porque en los Colegios se enseñará lo contrario. ¿Y qué le pasará al profesor de Ética, de Filosofía, o de Psicología si demuestran, con argumentos científicos, que la homosexualidad es una perversión sexual? ¿Le sacarán la cátedra? ¿Y dónde quedaría, entonces, la libertad de culto y la libertad de pensamiento? Y, en materia social, ¿qué pasará con los niños adoptados por estas parejas, quedando obligados por el Estado a vivir una vida que, de adultos, podrán repudiar? Y tendrán el derecho de demandar al Estado por los daños sufridos como consecuencia de habérseles obligado a vivir en esa rara configuración parental. Ya están apareciendo en los medios, testimonios dramáticos al respecto. ¿O esos legisladores cuentan con la certeza de que el desarrollo psicosexual de un niño, de un púber o adolescente, no sufrirá ningún daño como consecuencia de estar viviendo con "padres" del mismo sexo? Seguramente los nuevos programas ya contendrán tópicos como: "El matrimonio: definición, clases. El matrimonio igualitario como forma diversa de expresar el amor. La adopción por parte de contrayentes homosexuales..." etc. Y los sacerdotes ¿ podrán seguir enseñando que la homosexualidad no constituye una relación humana normal, y que esa unión es incompatible con la moral cristiana? Tal vez no puedan hacerlo más, porque estarían "alzándose" contra una Ley: irán a parar a la cárcel. Esto ya ha sucedido en países que cuentan con estas leyes: cárcel para el que habla en contra. Me pregunto: ¿Cómo puede una Ley amputar el derecho a la libertad de expresión, consagrada en otra Ley? ¿O cómo se puede llegar a imponer, por ley, una ideología? Ninguna ley debería encaminarse a cambiar las ideas de nadie.
No se trata, pues, de un enfrentamiento entre católicos y laicos, como se pretende publicitar, sino de una lucha de ideas, favorables o desfavorables, con respecto a la homosexualidad: lo saludable y lo nocivo, lo sano y lo enfermo, lo conveniente y lo inconveniente en ese tipo de relaciones sexuales. En síntesis: los beneficios, o los perjuicios que dicha Ley traerá a nuestra sociedad, al Estado, y a nuestros hijos. Y todos tenemos el derecho de expresar nuestra protesta: también los católicos. El que la Iglesia considere mala la relación homosexual, es, ciertamente, una postura suya, pero no es ese el argumento para rechazar el “matrimonio igualitario” en el debate. ¡Millones de ateos opinan igual que los católicos! No es, pues, una guerra entre creyentes “obsoletos”, y ateos “modernistas”, como se la está pretendiendo presentar. Es una lucha por defender la salud pública, y preservar sano el tejido moral de la Nación.
6. Se "decoró" la hipocresía.
Era muy notorio cómo muchos legisladores se empeñaban en dar la imagen de personas sabias, espléndidas, humanitarias, maduras y comprensivas al límite. Más aún porque sabían que estaban saliendo al aire. Lastimosamente, dicha actitud de “pseudosabiduría”, incapaz de reflejarse en un trato igualitario para con los disidentes (el mismo trato amable que estaban reclamando para el colectivo gay y su "derecho" al matrimonio "igualitario"), se encaminaba solo a defender ese matrimonio. La supuesta "sabiduría", ya no les alcanzaba como para poder explicar a los disidentes, de manera ecuánime, y sin agresividad, su postura. No: para los disidentes, trato duro, cuando no burlas e ironías. Tal cosa ocurrió, por citar uno de los casos, cuando uno de los legisladores dijo: "¿Acaso los curas no se casan con Dios? ¿Es ese un matrimonio normal, ya que no se trata de una unión hombre-mujer, como ellos enseñan?" Semejante bajeza en un "sabio", sería concebible solamente en un niño de la escuela primaria, o en un bromista de cafetín; no en un señor grande, frisando los 70 años, participando de un debate tan serio, y totalmente incompatible con semejante superficialidad chabacana. De ellos esperamos mucho más: equidad, equilibrio, mesura. Pero, como por la boca muere el pez, esos gestos histriónicos, de modales serenos y de pensar maduro, caían por tierra ante "salidas" como la recién citada, desnudando, de esa forma, sus actitudes de hipócritas. En esa línea de falsa "búsqueda de la justicia", tampoco se acordaron, ni tan siquiera de citar, a otras minorías de sus compatriotas, como las hay en todos los países de Latinoamérica: los drogadictos, los niños de la calle, los hambrientos que comen de lo que encuentran en la basura, o los indefensos alumnos, perjudicados por la pésima educación hoy vigente en nuestros países. Existe un libro titulado "La tragedia educativa" (G. J. Etcheverry - 1999) que describe, minuciosa y fundamentadamente, el patético y desolador panorama educativo en la Argentina, país donde, en expresión del autor, argentino también él, "contrariamente al discurso público de sus dirigentes... la nuestra es una sociedad contra el conocimiento." De los pobres niños dañados por esta educación, vigente también en otros países, no se acordaron en sus ampulosas demostraciones de "fervoroso amor por cobijar a las minorías". ¿O no lo hacen porque esos niños son mayoría, y la Ley solo se fija en las minorías? Nadie explicó eso jamás, ni se alzó contra la injusticia de que los padres deban pagar, en cuotas colegiales, la destrucción de sus hijos. Y en vez de ocuparse de salvar esta riqueza humana, mencionada por Juan Bautista Alberdi cuando dijo: "La riqueza no reside en el suelo ni en el clima. El territorio de la riqueza es el hombre mismo", se ocupan de asuntos de menor importancia como lo de la Ley del “matrimonio igualitario” que en nada beneficia a la Nación. Es como ocuparse de pintar una casa cuyo techo gotea por todas partes: una insensatez cometida, tal vez, por conveniencias personales, ya que los gays, que se presentan como una débil minoría excluida, constituyen, sin embargo, un poderoso "lobby", en tanto que los otros segmentos sociales recién citados no cuentan con ese poderío.
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7. Abogaron en favor de la cultura de la muerte.
Es así como se entroniza EL MATRIMONIO GAY O LA CULTURA DE LA FUERZA, LA LEY DE LA SELVA, EN DONDE SOLO EL PODEROSO VENCE. Es la consagración impúdica de LA CULTURA DE LA MUERTE. No importa, en ese contexto, que miles de niños sufran el hambre y no accedan a una educación de calidad, pero sí importa otorgar licencia para que dos señores puedan ir juntos a la cama. Pero ni esos señores, ni nadie, deben creer que esa Ley se hizo para ellos, como una fina atención del Gobierno protector: esa es la apariencia; y su efecto político directo será el aumento de los votos para apuntalarlo. Pero la finalidad intrínseca de esta y otras leyes similares promovidas por la cultura de la muerte, apunta, directamente, a borrar del mapa a Dios y al cristianismo. Y esta no es una piadosa reflexión de un devoto creyente, no: es el objetivo explícito, impúdicamente manifestado por los abanderados del Proyecto, de quedarse ellos con todo el planeta, para lo cual deben herir de muerte al cristianismo, a la Iglesia y a la familia. No se trata de un enfrentamiento de posturas morales contrapuestas. Se trata de una guerra declarada por magnates poderosos y ambiciosos, contra personas que profesan su fe en un Dios. Fue así como el Dr. Hiroshi Nakayima, cuando fue Director de la OMS, dijo: "Las éticas monoteístas no podrán ser aplicadas en el futuro" (léase: debemos eliminarlas porque estorban). Y Michail Gorbachev, ex premier soviético propuso "acabar con la visión abrahámica de la tierra" (es decir, el hombre dueño de la tierra), para lo cual "el mecanismo que usaremos será REEMPLAZAR LOS DIEZ MANDAMIENTOS POR LA CARTA DE LA TIERRA." Y en la Eco-Río 92 se escuchó esta propuesta, sugerida por mandato de estos señores: "Es económicamente lógico trasladar las industrias contaminantes a los países en vías de desarrollo, porque la vida de un inglés vale más que la de cientos de indios." (J.C. Sanahuja: "El Desarrollo sustentable"). ¿Y estos líderes de la violencia criminal y antidemocrática, quieren enseñarnos a “respetar a las minorías”, y otras consignas igualmente falsas? El Proyecto de ellos apunta directamente contra la vida, promoviendo la implantación de la cultura de la muerte, por medio de leyes que otorguen "licencia para matar". Cuando logren estos objetivos, ellos se van a deshacer de los gays, de las feministas, de las lesbianas, de los abortistas y de los anticlericales del Tercer mundo, porque el objetivo que perseguían, no era el de la promoción de estos segmentos sociales, como les hicieron creer, con el fin de reclutarlos para implementar su Proyecto, sino lograr para sí mismos un Desarrollo sustentable (con sus lujos y opulencias acostumbrados), a costa de la vida de nosotros, "los indios de los países subdesarrollados". Entonces ya será tarde para dar marcha atrás.
Ahora mismo, en nuestros días, como consecuencia de la progresiva pérdida de los valores y de la moral relativizada "a gusto del consumidor", la delincuencia y la violencia criminal van en aumento: debemos elevar nuestras murallas y ponerles alambres electrificados y defensas a filo de bisturí, sin poder ya salir de noche a las calles, porque la vida del que tal hace corre peligro... "Pusimos el cuco, y ahora le tenemos miedo", como diría Juana Inés de la Cruz. Y millones de ingenuos se lamentan: ¡Qué mal estamos! ¡El gobierno no hace nada! ¡Antes no era así! ¡Cómo es posible que los jóvenes se suiciden! ¡Cómo se drogan! ¡Estas chiquilinas ya se acuestan con cualquiera! ¡No tienen vergüenza! Ahora ya sabemos la causa de tanta inmoralidad: nos convencieron de que debemos destruir la moral, diciéndonos que eso era bueno y que era, además, nuestro derecho. Lo hicimos, y ahora sufrimos la total ausencia de moral y, por ende, de seguridad, en todos los estratos sociales y políticos. ¡Menuda “ganancia” que heredarán nuestros hijos y nietos! Es por el amor a ellos, y a nuestros compatriotas sin voz, que nos enfrentamos a barbaridades como la de esta clase de leyes necrofílicas, que apuntan a destruir la esencia de la sociedad que radica en la familia, y la riqueza de un país, que “es el hombre mismo”, como decía Alberdi. No se trata de discutir sobre posturas morales, sino de cuestiones vitales, porque los enemigos ya nos tienen en la mira, mientras nos distraen haciendo que juguemos a “luchar por la modernización".
III. Se usaron argumentos, que no son tales.
Para demostrar la conveniencia del matrimonio gay, tendencia sexual de origen desconocido hasta nuestros días, de cuya naturaleza -patológica o normal- hasta hoy se discute, los legisladores argentinos, con rostros circunspectos y modales estudiados, como si ellos hubieran accedido ya a la verdad plena sobre este asunto, adujeron "razones" que, verdaderamente, dan pena por lo descaminadas e improcedentes. Tal parecía que ninguno de ellos había estudiado Lógica en el colegio. Señalaré, a título de curiosidad, solamente algunas.
1. "Estar contra el matrimonio homosexual denota oscurantismo".
Les preguntamos: ¿Quién demostró la veracidad de tal aserto? ¿Qué entienden ustedes por oscurantismo? Los romanos decían: "In dubiis, ábstine" (en la duda, abstente). Si dudo de la toxicidad de cierto hongo, no lo como, me abstengo, y no por eso soy oscurantista. Pero los creadores del Derecho Romano acuñaron el citado aforismo para evitar emitir, en materia jurídica, juicios sin el debido y fundado convencimiento. ¡Ni qué decir de sancionar leyes! Si hasta hoy no se sabe si la homosexualidad es o no una enfermedad, me abstengo de encumbrarla con vigor de Ley de la Nación: y no por ello soy oscurantista. Soy, simplemente, prudente y cauto, para no dañar a mis semejantes.
2. "Oponerse al matrimonio gay es un dogma católico".
Si eso fuera cierto, todos los países no católicos contarían con esa Ley, y los católicos, no. Sin embargo, de los 200 países que hay en el planeta, solo 10 admitieron el matrimonio gay, además de 6 jurisdicciones en los EE.UU., y 1 jurisdicción en México. Curiosamente, países católicos como España y Argentina, tienen dicha ley, mientras que otros no católicos, como Rusia, la rechazan. ¿Dónde está la Lógica de los detractores del catolicismo? Debieran informarse un poco antes de ir soltando, emocionalmente, cualquier disparate ofensivo a miles de millones de personas que no piensan como ellos.
Además, de estas cifras, surge otro dato importante: si casarse entre homosexuales fuera normal la inmensa mayoría de los países ya habrían adoptado dicha práctica, por Ley. Los poetas, músicos y pintores lo exaltarían en sus inspiradas obras. Pero es demasiado llamativo el que apenas un insignificante 5% de los países lo ha hecho, y el resto no: tan bajo porcentaje ¿será signo de normalidad, o más bien indica lo contrario, pese a las grandilocuentes declaraciones forzadas de la APA en su Manual DSM-V, y de su "repetidora", la OMS? Tal parece que se lo rechaza porque choca contra el sentido común, y no porque la Iglesia católica lo prohíba.
3. "Las culturas evolucionan, y no hay que oponerse a la evolución".
Existen, ciertamente, costumbres y normas que, han ido evolucionando, modificándose o, incluso, aboliéndose, como la esclavitud, el casamiento restringido a los de una misma raza, o de una misma clase social, o de un mismo credo; la no aceptación del divorcio, la vestimenta para las reuniones protocolares, y las que se usan en las playas… etc. Todo eso ha ido cambiando, porque se trata de fenómenos accidentales, epocales, que no se refieren al instinto. Pero jamás cambiará lo que es esencial a la naturaleza humana o al instinto natural. Hay tribus donde sus habitantes viven desnudos, lo cual consideramos inadmisible en nuestra sociedad y, posiblemente, siempre será así para nosotros, aunque los indios puedan llegar a vestirse alguna vez, por la evolución de su cultura tribal. Pero tanto los aborígenes como los civilizados han practicado siempre las relaciones sexuales de varones con mujeres: eso no cambia ni cambiará jamás, porque es un instinto. Hubo tribus, incluso, donde se desconocía la homosexualidad, hasta que llegaron los “civilizados”. Pero nunca hubo, ni habrá un país donde no se practique el coito heterosexual, o que se lo dejó de practicar para adoptar el coito homosexual: porque son oposiciones esenciales, no simplemente modales, o epocales, como lo son las otras costumbres, que no modifican ningún instinto de la raza humana como tal. En pocas palabras: los cambios evolutivos se dan cuando no modifican el instinto. El que las mujeres de antes no votaran, y las de ahora puedan votar y ser elegidas como Mandataria, es un cambio cultural, pero no se refiere a ningún instinto. Aducir los cambios modales o epocales para justificar los cambios instintivos, es un grave error: la conclusión abarca más que las premisas. Nunca se permitirá, por ejemplo, hacer safaris humanos, donde las presas sean seres humanos de cualquier edad, porque eso afecta a un instinto: el de no matar, el cual coincide, es cierto, con un mandato que figura en la Biblia: pero no por ello se considera un “dogma católico” que los laicos puedan desechar matando libremente. Recordemos, de paso, que no solo se mata el cuerpo, sino que también se puede matar la mente, como ocurre con los traumas sexuales originados por vivir en una relación parental absolutamente diferente a la natural relación instintiva de hijos con padre y madre, vigente en todas las especies animales. Alterar la naturaleza, trae consecuencias. Peor aún, si dicha alteración no fue fruto de ninguna evolución, sino la decisión de unos pocos legisladores que "forzaron dicha evolución".
Hablando de evolución de culturas: existen, o existieron subculturas, como los punkis, los hippies, los rockers, los gamberros, los emos, etc. etc.; aparecen y desaparecen. Hay, sin embargo, verdaderas culturas, caracterizadas por su solidez y permanencia, como las familias, las naciones, las Instituciones. Los homosexuales, no todos por supuesto, más se asemejan a las así denominadas "tribus urbanas", como los hippies, o punkies, al menos por la forma como muchos de sus activistas se presentan vestidos, y maquillados, para hacer sus extravagantes protestas, brindando un espectáculo más bien curioso y reidero para toda la ciudadanía, antes que una manifestación seria y eficaz en pro de lo que piden. Tal ocurrió, por ejemplo, cuando lo del "besatón" frente al Congreso, donde se besaban hombre con hombre y mujer con mujer, por largo tiempo, causando hilaridad o repudio por parte de los transeúntes. Y los de la Argentina, enarbolaron un enorme falo delante del Congreso, lo cual se televisaba para todo el mundo. No todos los homosexuales son así, lo repito y lo dejo en claro. Muchos llevan su vida íntima como debe ser esa vida: en privacidad, no en publicidad y agresividad, violenta o prepotente, mostrando extravagancia, desequilibrio, y absoluta carencia de decoro y de argumentos. Ello abona la tesis referente a que esa tendencia implica una anormalidad sexual o social.
4. "Todos somos iguales ante la Ley".
Eso es muy cierto, pero se refiere solamente a las garantías, derechos y obligaciones comunes a todos: pagar impuestos, respetar las normas de tránsito, trabajar, pertenecer a cualquier religión, etc. Pero dicho principio no pretende nivelar funciones, estatus y roles especiales que se alcanzan bajo ciertas condiciones, o por merecimientos personales. O sea: todos somos iguales ante la Ley, PERO NO PARA TODO. De lo contrario podríamos caer en el error de pensar que todos somos iguales, tomando a la Ley como “criterio de igualdad”. La frase correcta sería, más bien: “La ley es igual para todos”. De lo contrario cualquier ciudadano podría abrir un consultorio sin ser médico, enseñar sin título en la universidad, cobrar el sueldo máximo, exigir que le digan "su excelencia", etc. ya que "todos somos iguales” ante la ley. Ciertos ciudadanos, en atención a su condición especial, y al nivel o dignidad que alcanzaron, gozan de otros derechos que los demás no los tienen, porque no todos reúnen las condiciones para tenerlos. Es obvio, entonces, que la sentencia que estamos comentando no autoriza a hacer dicha generalización universal. Con respecto al matrimonio: siempre y en todo el mundo (salvo en diez países), para tener el derecho de acceder a esa figura social, se requieren las condiciones de ser una pareja de sexos diferentes de una determinada edad mínima, no estar ya casado, etc. Sin esas condiciones, la ley no autoriza el casamiento, y nadie podrá decir, siendo niños o casados, nos vamos a casar igual, “porque todos somos iguales ante la ley”. Ese razonamiento se denomina "sofisma de equívoco", y se podría ejemplificar así: "todos los africanos son personas; todos los paraguayos son personas; por lo tanto todos los africanos son paraguayos y todos los paraguayos son africanos". Se generalizó, tomando como “criterio de igualdad” el concepto “personas”. El título de ser iguales como "personas", no se extiende a que todos podamos optar por cualquier nacionalidad, sin reunir las condiciones para tenerla. El hecho de ser "iguales ante la Ley", no hace que podamos optar por hacer un matrimonio a nuestro gusto acorde con nuestra opción sexual. Fundados en el sofisma de que "todos y para todo" somos iguales, los legisladores crearon una Ley que, ahora sí, iguala a todos, ignorando y descartando condiciones esenciales para tener el derecho de beneficiarse con ella. Es como hacer una ley que diga: "Todos los vegetales son iguales, por lo tanto, desde hoy, todos los naranjos darán peras." Se dijo y se escribió tal frase, pero los naranjos no darán jamás tales frutas. "Nulla lex mutat naturam", lo cual significa: "Ninguna ley cambia a la naturaleza".
IV. La alteración del lenguaje no cambia la naturaleza de un hecho.
Los especialistas del marketing, para la "modernización" de nuestra cultura, han inventado un curioso y repugnante lenguaje que pretende minimizar los hechos y situaciones lamentables. A ese lenguaje, comúnmente, se lo denomina "lenguaje políticamente correcto". Encubre suciedades, pero no las limpia. Voy a ilustrarlo con algunos ejemplos.
1. "Queridos/as amigos/as" o, peor aún, "Querid@s amig@s".
Es para "dignificar a la mujer", según dicen las feministas a ultranza. Bibiana Aído, ministra de Igualdad del gobierno de Rodríguez Zapatero, solicitó a la Real Academia Española de la Lengua, la cual se opone a estas aberraciones del lenguaje, no sólo que acepten esas formas raras de explicitar el femenino incluido en el masculino, sino que se permita decir "miembra", y "jóvena", esgrimiendo este irracional argumento: "Si tenemos que destrozar (sic) el idioma para conseguir un espacio para la mujer, debe hacerse." Por supuesto que su pedido fue rechazado, pero lo mismo se utiliza ese lenguaje, creyendo, quienes lo usan, que eso es lo "moderno", y que así se "dignifica a la mujer", destrozando la gramática. (Ver mi libro: "Los sexos, una trampa mortal de la Nueva Era" -2009. Allí desarrollo extensamente, y con variados ejemplos, este tema del "nuevo" modo expresivo, demostrando su desatino, y defiendo la belleza del sexo y la del lenguaje gramaticalmente, no “políticamente”, correcto.
2."Regularización de la menstruación", léase "aborto".
3."Autonomía sexual", léase "libertinaje sexual", por Ley, desde los 16 años. Ya rige en España.
4."Métodos alternativos de interrogatorio", léase "tortura". Así se expresó Condoleezza Rice.
5."Trabajadoras del sexo", léase "prostituta". Ya tienen su Día: el 2 de junio.
6."Progenitores", en vez de "papá-mamá". Ahora "Contrayentes", para los gays, porque no engendran.
Es más que evidente que, por el simple artificio de cambiar el lenguaje, como ya lo han hecho con centenares de expresiones, no se aminora la gravedad del fenómeno al cual se refieren, como en el caso de la tortura o el aborto. Alguien llamó a esto “fetichismo del lenguaje”. Es como decorar un ataúd en cuyo interior hay un cadáver putrefacto. En efecto: no por aplicarles el término de "contrayentes" a dos personas del mismo sexo, que “copulan” entre ellas, dicho acto quedará "blanqueado" a los ojos de todo el mundo. Ni, biológicamente, esos juegos sexuales se convertirán en cópula sexual natural. Jamás. Así como la diabetes no dejará de ser una delicada enfermedad, por el hecho de que decidamos escribir que no lo es, y que se trata solamente de un "procesamiento diverso de glucosa". Por este medio, a los marginales, sean estos extravagantes inofensivos, o perversos y agresivos, tendremos que llamarles también "diversos", y soportarlos, porque "tienen iguales derechos ante la Ley", “porque todos somos iguales” y porque no es posible que "una mayoría estadística" oprima a una “minoría excluida". La sociedad será un caos.
Y, como tanto se repite esa frase de que "todos somos iguales ante la Ley", y existe el derecho al "matrimonio igualitario" (o gay), del mismo modo vamos a poder exigir "la promoción igualitaria" otorgando el derecho de pasar de curso, también a los aplazados, para que esa minoría no se sienta discriminada, ya que todos somos iguales sin importar que seamos "diversos". Aplazar a esa gente que no estudió, será “discriminarla”, mientras que no aplazarla será darle un “trato igualitario”, modernizado, no obsoleto ni oscurantista, como aquello, ya caduco, de "quedarse para febrero". Parece una broma, pero esto, en muchos colegios, ya se está haciendo para librarse de problemas el profesor. Por eso, en una conferencia reciente, dije que yo proponía declarar, como:
HIMNO OFICIAL DE LOS “DIVERSOS Y DIVERSAS”, al tango de Enrique Santos Discepolo: “CAMBALACHE”. Su contenido filosófico es certero, y su música excelente. Dice en un punto:
"Todo es igual, nada es mejor:
Lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos, ni escalafón,
Los inmorales nos han igualao.
..........................................................
Si uno vive en la impostura,
Y otro afana en su ambición,
Da lo mismo que sea cura,
Colchonero , rey de bastos,
Caradura o polizón."
Es una queja porque que ya se ha llegado a concebirlo todo como "igualitario", nivelando hacia abajo.
Pareciera estar dando la razón, pero de un modo sarcástico, a quienes pontifican, con tono solemne y muy seriamente: "Todo es igual, todos somos iguales ante la Ley."
Tal es la realidad de una sociedad que piensa, no con el cerebro, sino con el bolsillo, el sexo, u otros oscuros intereses. Es por eso que se hacen leyes injustas e inicuas. Prostituida la Democracia, no puede sino generar mandamientos bastardos, dignos hijos de la prostituta. La Iglesia misma está siendo atacada, no solo por la promulgación de leyes opuestas a su Doctrina, sino por los escándalos de sacerdotes y obispos, traicioneros, o infiltrados por la astucia del enemigo, o comprados con su oro, para destruirla desde adentro. Por más que estos no pasen del 2%, como lo hemos demostrado más arriba, los medios se encargan de utilizar todos sus recursos para magnificar los casos. Antonio Gramsci, ideólogo del eurocomunismo aconsejaba: "A la Iglesia debemos destruirla cambiando el asalto, por el acoso y la infiltración". Este hombre ya murió, pero su metodología estratégica está siendo aplicada. Es hora de que veamos que se ha desatado una guerra encaminada a destruir las religiones monoteístas. No estamos ante un simple debate ideológico sobre “modernismo”, y “oscurantismo” como nos lo hacen creer.
V. Las consecuencias del matrimonio gay en la sociedad.
1. Se dañará a los niños adoptados,
Habiendo sido usados como conejitos de indias, los niños que, por Ley, serán adoptados por parejas homosexuales unidas en "matrimonio igualitario", ya mayores, por sí o por apoderados, podrán demandar al Estado por haberles obligado a vivir en una "familia diversa"; por haber sufrido años de vergüenza en la escuela afrontando preguntas referentes a su papá y su mamá; y por los inevitables traumas que se producirán como consecuencia de estar siempre viendo a dos hombres besándose y acariciándose íntimamente, situaciones para las cuales un niño no está preparado. Estos niños, en sus juegos sexuales, propios de la tercera infancia, ¿cómo harán para jugar "al papá y la mamá", lo cual es muy frecuente también a esa edad? ¿Comenzarán ya ahí a gustar hacerlo con niños de su mismo sexo, o serán fáciles víctimas de adultos pedófilos a los que se entregarán sin problemas, pues lo han visto ya en su "hogar"? ¿Cómo harán a esa edad para decidirse a tomar aquella decisión que los "ideólogos" están llamando "la propia orientación sexual", sin tener aún edad para hacerlo? ¡No está permitido experimentar con seres humanos! Es un crimen. Sin embargo, a esta desgraciada asociación "amatoria" de dos personas del mismo sexo, que adoptan un niño, los propulsores del Proyecto lo denominan "matrimonio igualitario", u "otra forma de familia". Siempre el “lenguaje políticamente correcto” para dorar la píldora. Para salvar el supuesto derecho de ellos, de tener un niño, como se tiene un mueble, arrebatan al niño el suyo de tener papá y mamá. Hay niños huérfanos, es cierto. Pero acá "se los fabrica", por Ley. Es una "minoría" gay que se satisface sacrificando a otra "minoría", de huérfanos, sólo que esta última es indefensa. ¿Cuál de las dos “minorías” merece mayor protección del Estado?
2. Disminuirá peligrosamente la natalidad.
Es un fenómeno evidente. Pero como este es uno de los objetivos buscados por los propulsores del Proyecto, a ellos eso les tiene sin cuidado. La drástica disminución de la población mundial, es el gran objetivo de estos asesinos de lesa Humanidad, para poder disfrutar ellos, sin la presión de las masas de hambrientos, de su famoso “Desarrollo Sustentable”.
3. Creará conflictos para impartir educación sexual.
En las escuelas y colegios se enseñará una cosa, y en los hogares, otra. Ninguna madre y ningún padre querrán enseñar a sus hijos que el ser homosexuales es lo más normal, sino lo contrario. Y los profesores encargados de las cátedras de Salud, Ética, y Psicología ¿dónde podrán encontrar libros serios, basados en investigaciones científicas, para fundamentar la rectitud de su enseñanza? ¿Se tendrán que escribir textos mediocres e irreverentes "en apuro"? ¿Qué resultados se obtendrán de semejante "educación académica"? ¿Se instalará una Nueva Inquisición (contra la cual lanzaron tantos dardos), dando inicio una caza de brujas despojando las bibliotecas de los colegios, de todo libro que hable de la homosexualidad como una perversión? ¿Harán lo mismo con la Prensa, censurando todo artículo u opinión contraria a la Ley del matrimonio igualitario? ¿Cómo se las arreglará un estudiante que se cambia de país, para proseguir sus estudios, cuando las leyes y enseñanzas del otro país, en lo de la homosexualidad, son opuestas? Estoy señalando sólo algunos de los inconvenientes en materia educativa. Paso por alto lo de la educación en el arte y en la espiritualidad, porque eso nos llevará ya muy lejos.
4. Se sentará jurisprudencia de “matrimonio igualitario”, para otras clases de parejas.
Muchos dicen, como argumento muy serio, el ya señalado: "Déjenles hacer su vida, ¡no dañan a nadie!". Vimos que eso no es cierto. Hemos señalado los daños, y lo demostramos con pruebas irrebatibles, por lo evidentes. Sin embargo, valiéndose del “argumento” arriba citado, las otras "minorías", como los drogadictos, o los vagabundos, podrán también hacer libremente su vida, "¡si tampoco dañan a nadie!" Pero lo más grave es que, atendiendo a ese y a otros endebles argumentos con los que convalidaron la Ley del matrimonio entre los del mismo sexo, pronto se tendrá que conceder el mismo derecho a un padre “para realizarse en el amor”, casándose con su hija, o a una madre con su hijo, o a hermanos entre sí: “¡si no dañan a nadie!” Igualmente podrá darse libertad de casare a dos mogólicos. Nadie pensó en estas posibilidades de "igualitariedad" (valga el neologismo), por si se presenten: la Ley debe prevenirlo todo. Para sorpresa de muchos, diré que existe una tesis doctoral, en la Universidad de Comillas, de José Ramón Amor, que trae descubrimientos sensacionales avalando esta clase de matrimonios entre discapacitados, y cuenta los resultados obtenidos en esas relaciones de pareja: resultados muy positivos. Son retardados, sí, pero siempre varón y mujer. Tal vez ningún congresista leyó algo al respecto, porque tampoco tomaron en cuenta a esta minoría tan triste e injustamente excluida de la experiencia del amor de pareja, discriminada y desvalida y, definitivamente mucho más carenciada que los gays, pero sin lobby ni plataforma alguna.
5. Se podrá legalizar o quitar la legalidad a cualquier ideología.
Acá se sentó jurisprudencia: El matrimonio gay está permitido, porque la homosexualidad no es una perversión, dijeron. Entonces se podrá pensar que la homosexualidad no es una perversión porque el matrimonio homosexual está permitido. Lo que se tiene que demostrar, se usa como demostración. Ese juicio es un sofisma lógico llamado "círculo vicioso".
Entonces, cuando queramos que una teoría se apruebe, sea en el campo económico, biológico, psicológico, o en cualquier otro, bastará convertirla en Ley, y ya se volverá verdadera (?). Ese procedimiento que han empleado para convalidar la normalidad de la homosexualidad, recibe el nombre de DOGMA. ¡Qué ironía! Repudiaron los dogmas católicos y estigmatizaron a la Iglesia por ser dogmatista, diciendo que el hombre moderno no tiene por qué atarse a dogmas, pero se pusieron ellos a enarbolar sus propios dogmas, obligándonos a nosotros a aceptarlos, al convertir la duda en "verdad científica", porque la Ley la convalida. Y la Ley lo convalida porque es verdad científica. No se sale del "círculo vicioso". Pero se contradicen: la Iglesia, según ellos, no tiene derecho a proclamar sus dogmas, pero ellos sí lo tienen para proclamar los suyos. Dogmatismo por dogmatismo, no conduce a nada, más que a confrontaciones violentas. Eliminaron la libertad de pensamiento, fuente de progreso y cultura.
El día de mañana se podrá proclamar por ley, que existe vida inteligente en otros planetas. Y se enseñará eso en los colegios, obligando a los alumnos a admitir esa incierta información como verdad. Y el que públicamente proclamara lo contrario, estará atacando una ley, y por ese delito será castigado. La Inquisición eclesiástica que han condenado con ferocidad, la adoptan ellos con total cinismo. Y así pretenden pasar por embajadores de la “modernidad”, y enemigos del “oscurantismo y los dogmas”.
CONCLUSIÓN:
Señalaré, muy brevemente, algunos puntos esenciales de este artículo, que debemos tener presentes:
1. La Ley del matrimonio gay, no tiene como objetivo favorecerles, sino usarles.
2. Lo mismo ocurre con el feminismo, lesbianismo, aborto, libertinaje sexual.
3. Existe un Proyecto, científicamente diseñado, para destruir la moral tradicional.
4. Un grupo financieramente muy poderoso, se propone destruir a la Iglesia católica.
5. Inventaron un “lenguaje políticamente correcto”, para disfrazar realidades muy graves.
6. El objetivo final del Proyecto es adueñarse del planeta y dominarlo como les convenga.
7. Organismos Internacionales, como la ONU y sus Agencias, la OMS, y otros, apoyan el Proyecto.
8. Existen grupos de presión, o “lobby”, que imponen sus propósitos por la fuerza.
9. Estos Organismos aprovechan sus Asambleas para conseguir respaldo mundial al Proyecto.
10. El Proyecto recibe el nombre de “El Nuevo Orden Mundial”.
Es indispensable tener todo el contenido de este artículo en la mente, porque, tarde o temprano, van a intentar promulgar, también en el Paraguay, la tan discutida Ley del matrimonio homosexual.
Que no nos tomen de sorpresa cuando nos llegue el turno.
Dr. Francisco Oliveira y Silva
Psicólogo clínico