Muy queridos amigos y lectores:
Acabo de recibir diversos comentarios aprobando mi postura ante la desvergonzada conducta de Lugo, que tomó a la chacota el Nombre de Jesucristo.
Les agradezco a todos por este medio. Alienta saber que muchos valoran esta lucha.
Uno de ellos, sin embargo, también de acuerdo con mi evaluación referente a ese repugnante comportamiento de Lugo, añadió: "Tenemos los gobernantes que se nos parecen".
A ese amigo le contesté aparte, diciéndole que no concuerdo con esa vieja frase, que algunos la expresan diciendo: "Cada pueblo tiene los gobernantes que se merecen".
Muchísimos de nosotros, en efecto, gracias a Dios, no nos parecemos a Lugo EN NADA.
Y el Pueblo paraguayo, centenariamente castigado por el dolor, NO MERECE QUE LUGO lo siga castigando, haciéndole pasar las más torturantes necesidades y miserias sociales: hambre, enfermedades, asesinatos, falta de escuelas, carperos, suciedad física y moral, creciente inseguridad crónica, falta de luz, de agua, etc.etc. ¡Un perfecto escombro en todo!
Entonces decidí enviarles a todos, la respuesta que le escribí a este amigo, cuyo nombre, obviamente, omito. Le escribí:
¡Nunca imaginé, mi estimado N. N., que este vulgar marxista Fernando Armindo, miserable y desatinado, se estaba escondiendo detrás del ropaje y de la investidura de un obispo católico!
Yo no concuerdo con aquello de que "cada pueblo tiene el gobierno que se merece, o se le parece", porque en los comicios hay una cantidad de variables, entre ellas, la trampa, el robo de urnas, y la presión de las mafias, que pueden escamotear de cuajo la voluntad popular, obligándonos a someternos a fascinerosos que fueron digitados por un indecente centenar de miserables.
Ruego a Dios que nos libre, en el 2013, de estos hampones de la política, ignorantes, delincuentes, y violadores de leyes y de mujeres.
¡Todo un asco metafísico!
Un abrazo:
Dr. Francisco.
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