Queridos amigos y lectores:
Acabo de compartir esta noticia, digna de la máxima atención:
Las personas que promueven el aborto, o son ignorantes, o están mal de la cabeza.
Hasta un niño de primer grado va a saber que el feto es un bebé, de menor tamaño, es cierto, pero a los seres humanos no los consideramos tales por su tamaño.
Pero hay gente con problemas, y pretenden adecuar la norma a su conducta, en lugar de hacer lo correcto que es adecuar la conducta a la norma.
A esta gente debemos recordarle una sabia advertencia: "Si no vives como piensas, terminarás pensado como vives".
¡Hoy se habla tanto de derechos, y de más derechos! ¡Se inventan derechos!
La palabra "deberes" la han borrado del diccionario.
Uno de los últimos derechos es el "DERECHO A DECIDIR". No importa si se decide hacer el bien o el mal: el "DERECHO A DECIDIR" está colocado por encima de las cuestiones morales, constituyéndose en un "derecho totalitario", es decir: solamente impera tal derecho.
Así, el derecho a decidir poner fin al embarazo, o el derecho a decidir seguir siendo monja desobedeciendo al Papa, o el derecho a decidir comprar los temas de examen, etc. etc. están por encima de toda consideración ética.
Una Monja benedictina (a propósito de monjas desobedientes), escandalosa por su rebeldía contra la Doctrina de la Iglesia, finge, según dice ella, tener una "duda de conciencia", en lo del inmoral "derecho a decidir", oponiéndose al mismísimo Papa, al cual debe obediencia por su profesión religiosa, fundada en los tres votos: pobreza, castidad y obediencia.
Les envío un artículo con la foto de esta mujer aberrante que se hizo Monja de clausura, pero que se pasa dando conferencias y entrevistas, hablando como la doctora en medicina que fue antes de hacerse religiosa.
Se inventó también un ridículo uniforme, con un mini velo (tal vez después vendrá la minifalda), parándose delante del auditorio como una señorita vulgar, carente de buenos modales.
Si no fuera "Monja", nadie le daría la importancia que le dan.
Y ella se cree todo una "Maestra Espiritual Católica de avanzada", siendo que sus palabras carecen de toda autoridad, y sirven solamente para desprestigiar a la Iglesia.
De este tema ya hablé extensamente en mi correo anterior donde analicé el quehacer de cuatro religiosos fracasados.
Esta Monja benedictina de nombre Teresa Forcades (ver internet), es otra de los especímenes que se hacen religiosos para vivir después como mundanos.
El "DERECHO A DECIDIR" es uno de los derechos más perversos y criminales, ya que solamente EL MÁS FUERTE SE BENEFICIA CON TAL DERECHO: los adultos (no los fetos), los ricos (no los pobres), los productivos (no los improductivos), los soberbios (no los humildes) , los poderosos (no los del pueblo), los influyentes (no los carentes de influencias), etc.
En efecto: nadie podrá preguntarle jamás al feto si ¿cuál fue su decisión con respecto a ser o no ser abortado?
En toda colisión de derechos, ganará siempre el más fuerte, a juzgar por esta descabellada ideología de origen marxista.
Y esto es, secillamente, criminal.
Alguien dijo: "Si los padres tuvieran el derecho de interrumpir la vida del hijo al inicio del camino de la vida, por considerarla un estorbo, los hijos tendrían el derecho de interrumpir la vida de sus padres al final del camino de la vida, por considerarla un estorbo".
Les acerco lo que puse hoy en Facebook, comentando el hermoso afiche que me hicieron llegar, y que lo pongo también aquí:______________________________
Esto escribí:
Lastimosamente
hay gente disfrazada de "científicos". como la Monja benedictina Teresa
Forcades (ver internet). que andan soltando por ahí los disparates
excretados de su propio resentemiento contra las normas morales. y dicen
que "a partir
de tal o cual mes recién
el feto es humano". Decir esto es tan ridículo y falso como decir que "a
partir de la cédula de identidad recién uno es paraguayo". Uno tiene la
nacionalidad desde el primer segundo de haber nacido. Y uno es un ser
humano desde el primer segundo dehaber sido concebido. No nos vengan con
vueltas los resentidos o los mentalmente perturbados.
______________________________
LES COPIO UN IMPERDIBLE ARTÍCULO PARA REFLEXIONAR SOBRE TAN PROFUNDO TEMA:
(Tomado de Internet)
Cuando todo vale.
por: Antonio Molina Mora
El pasado 23 de febrero la revista Journal of Medical Ethics publicó un artículo (1) firmado por Alberto Giubilini y Francesca Minerva, de las Facultades de Filosofía de Milán (Italia) y Melbourne (Australia), que recuerda que no existe ninguna diferencia significativa entre un feto y un niño recién nacido y propone que, por tanto, no hay razón objetiva alguna (ni biológica ni ética) que justifique diferente consideración moral o legal entre ambos.
Este planteamiento no supone en sí mismo ninguna novedad. Ya es de sobra conocido que cada vida humana, única e irrepetible, comienza en el momento en el que un espermatozoide atraviesa la membrana de un óvulo y lo fecunda. En ese momento se une la información genética procedente del padre con la de la madre y queda conformado un nuevo ser humano, cuya existencia ha comenzado ya: si es hombre o mujer, si tendrá los ojos verdes o marrones, o si tendrá habilidades deportivas o talento para la música. A partir de ahí, los términos cigoto, embrión, feto, neonato, lactante, bebé, niño, púbero, adolescente, adulto, anciano, etc. no son más que meras palabras inventadas para denominar distintas etapas, de comienzo y final impreciso, en ese proceso de cambio continuo que es la vida.
Como señala el artículo al que nos estamos refiriendo, puesto que un feto y un niño recién nacido son esencialmente lo mismo, no es lógico que gocen de diferente consideración y derechos. Por ello, el artículo afirma acertadamente que no hay ninguna razón para permitir el aborto y prohibir, a la vez, el infanticidio.
Pero el trabajo publicado en Journal of Medical Ethics no tendría mayor trascendencia si terminara ahí. Cualquier persona con un poco de sentido común podría concluir que debiéramos proteger a un feto (a fin de cuentas, un niño antes de haber nacido) igual que protegemos a un bebé (el mismo niño después de haber nacido). No es ésta, sin embargo, la terrible propuesta que finalmente el artículo realiza. En su lugar afirma que, puesto que los padres tienen el derecho de matar a sus hijos antes de nacer (abortar, o lo que eufemísticamente se denomina “interrumpir voluntariamente el embarazo”), los padres deben tener también el derecho de matar a sus hijos recién nacidos (infanticidio que el texto denomina con otro eufemismo: “aborto postparto”). En concreto, el artículo señala que “el aborto postparto debería ser permisible en todos los casos en los que lo es el aborto. Incluso aunque el niño no presente ninguna discapacidad”. Aún más, los autores llegan a asegurar que el infanticidio debería ser una opción válida incluso por encima de la adopción.
El planteamiento de este artículo, elaborado por profesores universitarios y publicado por una revista europea de ética médica, podría parecernos una locura lejos de hacerse realidad. Sin embargo, el cáncer del relativismo moral imperante en nuestra narcisista e hipócrita sociedad occidental, producto de la comodidad, la ignorancia y una aplastante manipulación político-mediática, constituye el substrato idóneo para que un planteamiento como ése pueda germinar. Hoy en día ya no hay nada malo ni bueno en sí mismo. Todo es justificable si está en mi interés particular que sea justificado, incluso si para encontrar esa justificación que satisfaga mis intereses he de inventar todo un aparato de conceptos artificiales y razonamientos absolutamente falaces. Es el caso, por ejemplo, de la ministra que promovió la actual ley que convierte en derecho el descuartizar a seres humanos de hasta 14 semanas de vida (y con plazos de tiempo mayores en ciertos supuestos) quien, desde un relativismo fruto de la más penosa ignorancia para quien ostenta un puesto de alta responsabilidad, se justificaba afirmando en una entrevista: “Un feto es un ser vivo, sí; pero no un ser humano. Eso no tiene ninguna base científica” (2).
Es decir, si para imponer mis intereses he de redefinir a mi conveniencia lo que es un ser humano, lo hago y punto. Igualmente, aunque con una argumentación más elaborada y convenientemente barnizada con una fina capa de academicismo, pero con la misma artificialidad en el fondo, los autores del artículo al que nos estamos refiriendo justifican su propuesta de infanticidio afirmando que tanto el feto como el recién nacido son seres humanos pero, como “no son capaces de valorar su propia vida”, no son personas y, por ello, son moralmente irrelevantes (3).
Si bien todo razonamiento emanado del relativismo moral es en sí mismo muy peligroso, puesto que permite justificar cualquier cosa llegado el momento (4), cuando lo que se relativiza es el propio valor de la vida humana, sus consecuencias son trágicas. Es el caso de los más de 110.000 niños inocentes que cada año mueren de forma intencionada y violenta en el que debiera ser el lugar más seguro del mundo: el vientre de sus madres (5). O la paradógica consideración que damos a las personas enfermas o discapacitadas: a la vez que afirmamos defender a los más débiles y necesitados, hoy en España 95 de cada 100 niños con Síndrome de Down mueren como consecuencia del asesinato selectivo de niños discapacitados en el vientre materno (6). Aún más, el desprecio a la vida humana ha llegado ya incluso al terrible extremo de que unos padres sean indemnizados por el Estado por haber tenido un hijo discapacitado y no haber podido ejercer su “derecho” a matarlo, como consecuencia de un diagnóstico médico incompleto, dentro de los plazos establecidos (arbitrariamente) por la ley para tal fin (7). Es decir, ya no sólo hay personas “sin papeles”: hay también personas cuyo nacimiento es “injusto”.
Si continuamos inmersos en esta deriva, probablemente no será más que cuestión de tiempo que acabemos acostumbrándonos al planteamiento infanticida realizado en el artículo, para después tolerar su práctica y finalmente reconocer explícitamente como “el derecho de los padres -o de la madre- a decidir si quieren hacerse cargo de su hijo y que viva o no”, de modo que, como ocurre con el aborto, cada vida tendrá o no valor de acuerdo a criterios puramente arbitrarios. Se habrá alcanzado simplemente una extensión del tan cacareado “derecho a decidir”.
¿Cuál es la causa de que hayamos llegado a esta situación? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI estemos retornando, en aras de un falso progreso, a una época de barbarie que ya creíamos superada? Si bien la causa no es única, una de las principales hay que buscarla en la aplastante presión que los medios de comunicación, concentrados en unas pocas manos y con fuertes conexiones políticas (además de otros intereses empresariales), ejercen sobre la opinión pública: prensa escrita, contenidos de series de televisión y películas, informativos y debates intencionadamente sesgados, etc. El martilleo constante, muchas veces sutil, pero sostenido en el tiempo de una determinada ideología acaba calando en las consciencias individuales dejando de ser cuestionada (con frecuencia por no caer en lo “políticamente incorrecto”) para ser finalmente sus principios asimilados por inercia.
Es por ello que esta lamentable realidad requiere un esfuerzo, por parte de todos, de información, reflexión y concienciación para aproximarnos a la causa primera de la cosificación del ser humano: la trivialización del aborto. En un momento en el que es previsible la reapertura del debate social en torno a este drama, es necesario huir de eslóganes políticos prefabricados y de guerras de ideologías, de eufemismos que sólo persiguen confundir y ocultar la realidad, y de debates populistas entre contertulios de medio pelo que siempre tratan de desviar la atención del problema real, trágico, hacia cuestiones meramente religiosas o de moral personal, ignorando intencionadamente que se trata de un problema referente a derechos humanos fundamentales y que afecta al primero y más importante de todos: el derecho que todo ser humano tiene a la vida.
Desde luego que es importante conocer las características de las distintas leyes que han regulado el aborto en España hasta el presente (8). Pero lo es mucho más descubrir, de frente, la verdadera realidad del aborto: cómo se practica (qué es la “inyección salina” y para qué se utiliza, en qué consiste un “nacimiento parcial”, etc) (9)(10)(11), cómo es por dentro una clínica de las que los llevan a cabo (12), cómo este muy lucrativo negocio está en manos de un puñado de empresarios en España (13) y de unas cuantas multinacionales muy poderosas y con una gran capacidad para ejercer presión en los órganos políticos y de decisión internacionales; cómo los beneficios económicos de este negocio no se limitan a considerar “materia prima” a las mujeres embarazadas en una situación desesperada y “producto de deshecho” a sus hijos, ya muertos, sino que también los órganos de los niños abortados (ojos, riñones, hígado, cerebro, etc.) se llegan a vender a empresas que los utilizan para fabricar cosméticos (14) e incluso para mejorar el sabor de refrescos (15).
Pero, sobre todo, es muy importante que conozcamos a las víctimas reales de esta tragedia: en primer lugar el hijo, una vida apenas floreciente, un libro en blanco por escribir que es prematuramente finalizado por un acto de violencia; pero también la madre que, presionada por una situación económica difícil, por un jefe que la puede despedir si conoce su embarazo, o por el miedo al rechazo social por ser madre soltera, se ve empujada en su desesperación, con todas las bendiciones del Estado, hacia la salida más cómoda para todos: que mate a su hijo. Habrá recibido así una falsa ayuda envenenada y fácil (mucho más fácil que proporcionar apoyo económico, laboral, psicológico, legal, o simplemente cariño) que le destrozará el alma de por vida. Se habrá visto forzada a intentar apagar un fuego con gasolina (16).
Sólo mediante el conocimiento podremos despertar y tomar conciencia de la realidad de este drama. Es necesario, aunque duela (y precisamente porque duele). Y muy urgente: cada día que pasa, ayer, hoy, mañana, más de 300 vidas indefensas son eliminadas, y sus cuerpos despedazados y triturados en España a manos de aquellos que se lucran bajo el pretexto de defender los derechos de las mujeres.
NOTAS Y FUENTES:
(1) Artículo “After-birth abortion: why should the baby live?” (“Aborto postparto: ¿por qué debe el bebé vivir?”). Editor: Julian Savulescu http://jme.bmj.com/content/
(2) http://www.youtube.com/watch?
(3) Este razonamiento, además de cruel, absurdo y completamente arbitrario, prepara el camino para el siguiente paso: Si ni los fetos humanos ni los niños recién nacidos son ya personas, y solamente merecen esa privilegiada denominación los seres humanos con capacidad de valorar su propia vida, ¿cuánto tardaremos en dejar de considerar “personas” a los pacientes en coma? ¿y a los enfermos de Alzheimer?. Sin duda es buena idea plantearse qué clase de intereses puede haber detrás de semejante definición de “persona”.
(4) Razonamientos similares fueron empleados por el nazismo para justificar el asesinato de judíos, homosexuales y enfermos, y por los negreros para justificar la esclavitud. No son personas.
(5) Véase tabla EV.3 http://imagenes.publico.es/
(6) http://www.sindromedown.net/
http://www.fundacionvida.net/
(7) http://www.diariomedico.com/
http://www.diariomedico.com/
(8) La primera ley del aborto en España, la Ley Orgánica 9/85 de 5 de julio de 1985, fue aprobada por el Gobierno socialista de Felipe González y, si bien sobre el papel seguía considerando el aborto como un delito, abría una puerta trasera (la despenalización en caso de riesgo psicológico para la madre) que en la práctica ha sido un coladero que ha permitido durante todos estos años el aborto libre sin restricción alguna en cuanto a tiempo de gestación (más del 96% de los abortos realizados cada año lo han sido bajo este supuesto de riesgo para la madre, véase la tabla EV.4 del documento referenciado en la nota 5). Durante los ocho años de gobierno de José Mª Aznar, el gobierno popular mantuvo la normativa existente sin llevar a cabo ninguna modificación de la ley que limitara el uso abusivo que se estaba realizando de ese supuesto, posibilitando así el aumento de la cifra de abortos año tras año. En 2009, el gobierno socialista de José L. Rodríguez Zapatero fue un paso más allá y convirtió directamente el aborto en un derecho, permitiendo incluso que las niñas de 16 años puedan abortar sin la autorización de sus padres.
(9) Puede encontrarse una descripción de los métodos más habituales para llevar a cabo un aborto en http://www.aciprensa.com/
(13) Para más información, léase el artículo “La realidad del aborto: quién es quién en un negocio sin escrúpulos” http://www.hazteoir.org/node/
(14) http://elpais.com/diario/1985/
http://elpais.com/diario/1985/
http://www.elporvenir.com.mx/
(15) http://www.forumlibertas.com/
(16) http://www.vozvictimas.org/ http://www.hazteoir.org/node/
Advertencia: los contenidos gráficos enlazados en las siguientes notas muestran la realidad del aborto tal cual es (aquella que intencionadamente siempre se oculta), por lo que pueden herir la sensibilidad.
(10) Qué es un aborto: http://youtu.be/CTLrz_adFLs
(11) Videos de abortos con distintas técnicas y en diferentes estados de gestación http://vimeo.com/22033324 (aspiración), http://vimeo.com/21169892 (inyección salina), http://vimeo.com/31121376 (nacimiento parcial)
(12) Grabación con cámara oculta en el interior de una clínica abortista española. Al final del video se puede comprobar cómo el resultado del aborto sólo es “un puñado de células”. http://foro.comadronas.org/
ANTONIO MOLINA MORA
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