En tan trascendental jornada plena de la Luz y del Amor de Jesús resucitado, me pareció oportuno hacerles llegar tres mensajes:
- Un breve comentario mío;
- un fragmento del mensaje pascual del Papa emérito Benedicto XVI, del año pasado;
- y unas reflexiones que publiqué en Facebook.
Leemos en el Evangelio de San Marcos que las primeras pérsonas que han sido testigos de la Resurrección del Señor, son tres mujeres: María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé.
Pero los cuatro, notablemente, mencionan a María Magdalena: Ella, la mujer que derramó lágrimas sobre los pies de Jesús y le ungió la cabeza con un delicado perfume; ella, que ante la crítica de que estaba despilfarrando ese perfume tan caro, fue defendida por el mismo Jesús que dijo: "No la molestéis: Ungió mi cuerpo de antemano, preparándolo para la sepultura. Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo".
Ahora ella venía, nuevamente con el perfume, para perfumar el cadáver de Jesús.
¡Y se encontró con Jesús Resucitado!
Este relato encierra un mensaje claro de que la magnitud de cualquier pecado, queda eliminada por la magnitud del amor: "Mucho amó, mucho se le perdonó".
Ahora ella recibe el premio de ser la primera en verlo resucitado: fue un premio por el perfume que con amor ella destinó, dos veces, al Divino Amor, el cual eclipsó todos los otros "amores" mundanos que ella experimentó en su vida; y el premio de la promesa divina de que el nombre de esta mujer sería recordado para siempre.
¡Y se encontró con Jesús Resucitado!
Este relato encierra un mensaje claro de que la magnitud de cualquier pecado, queda eliminada por la magnitud del amor: "Mucho amó, mucho se le perdonó".
Ahora ella recibe el premio de ser la primera en verlo resucitado: fue un premio por el perfume que con amor ella destinó, dos veces, al Divino Amor, el cual eclipsó todos los otros "amores" mundanos que ella experimentó en su vida; y el premio de la promesa divina de que el nombre de esta mujer sería recordado para siempre.
¡Qué rasgo tan delicado de amor fue el
de Jesús! ¡Cómo dignificó Él a la mujer, tan repudiada en la historia,
por siglos, hasta hoy día por los varones, que cometen el mismo pecado y
se comportan como hipócritas al censurarlo en la mujer, pero no en
ellos!
Ese es el otro mensaje que yo veo implícito en este pasaje del Evangelio.
Las palabras del Papa:
Mensaje de Pascua de Benedicto XVI: “La resurrección del Señor es nuestra esperanza”
Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero
A todos vosotros dirijo de corazón la felicitación pascual con las palabras de san Agustín: “Resurrectio Domini, spes nostra“, “la resurrección del Señor es nuestra esperanza” (Sermón
261,1). Con esta afirmación, el gran Obispo explicaba a sus fieles que
Jesús resucitó para que nosotros, aunque destinados a la muerte, no
desesperáramos, pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida;
Cristo ha resucitado para darnos la esperanza (cf. ibíd.).
En efecto, una de las
preguntas que más angustian la existencia del hombre es precisamente
ésta: ¿qué hay después de la muerte? Esta solemnidad nos permite
responder a este enigma afirmando que la muerte no tiene la última
palabra, porque al final es la Vida la que triunfa. Nuestra certeza no
se basa en simples razonamientos humanos, sino en un dato histórico de
fe: Jesucristo, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo
glorioso. Jesús ha resucitado para que también nosotros, creyendo en
Él, podamos tener la vida eterna. Este anuncio está en el corazón del
mensaje evangélico. San Pablo lo afirma con fuerza: “Si Cristo no ha
resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo
mismo”. Y añade: “Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida,
somos los hombres más desgraciados” (1 Co 15,14.19). Desde la
aurora de Pascua una nueva primavera de esperanza llena el mundo; desde
aquel día nuestra resurrección ya ha comenzado, porque la Pascua no
marca simplemente un momento de la historia, sino el inicio de una
condición nueva: Jesús ha resucitado no porque su recuerdo permanezca
vivo en el corazón de sus discípulos, sino porque Él mismo vive en
nosotros y en Él ya podemos gustar la alegría de la vida eterna.
Los comentarios en Facebook:
- Francisco Oliveira El acontecimiento más grande de la Humanidad es el de la Resurrección de Cristo: ese hecho es indiscutible, porque fue testificado por muchos de que lo vieron, y garantiza la naturaleza divina de todo cuanto Él ha enseñado: que somos hijos de Dios, que...Ver Más
- Francisco Oliveira Tomás dudó. Necesitaba "ver para creer", como ocurre con tantos racionalistas y agnósticos. Esta fue una duda providencial: porque cuando Tomás lo vio a Jesús que le invitaba a meter el dedo en la llaga de su costado, Tomás cayó rendido y avergonzado de su incredulidad, ante la evidencia. Para mi ESE HOMBRE fue el principal testigo, y se lo ofrezco a todos los que dudan aún de este portentoso acontecimiento histórico. Viene a mi mente la estrofa final de un poema dedicado a Cristo, del poeta Amado Nervo, que dice: "SI LA CIENCIA ENGREÍDA NO TE VE, YO TE VEO/ SI SUS LABIOS TE NIEGAN, YO TE PROCLAMARÉ./ POR CADA ALMA QUE DUDA, MI ALMA GRITA "¡YO CREO!",/ Y CON CADA FE MUERTA, SE AGIGANTA MI FE". Han construido más los que han creído que los que han dudado.
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