Queridos amigos y lectores:
Dicen que estamos viviendo la "era de las comunicaciones".
Sin embargo los seres humanos jamás se han encontrado TAN SOLOS E INCOMUNICADOS.
Es que no es lo mismo decir "estar en contacto", que "estar comunicado".
En tal sentido, debemos aclarar que estamos viviendo la "era de las conexiones", tecnológicamente tan deslumbrante, que nos es posible informarnos, en pocos segundos, de los acontecimientos ocurridos en el último rincón del planeta.
Sabemos lo que ocurre lejos de nosostros, pero desconocemos lo que ocurre a pocos metros, en nuestra propia casa.
Es así como nos "conectamos", a través del chat, con una persona que está a miles de kilómetros, pero no nos "comunicamos" con los que habitan bajo nuestro mismo techo: hijos, hermanos, esposa...
Sabemos mucho de lo que pasa en el mundo.
Pero ignoramos lo que está ocurriendo en nuestra propia familia.
El resultado tremendo de esta "incomunicación" es LA SOLEDAD Y LA TRITEZA.
Nunca como hoy los seres humanos se han sentido más solos que nunca.
Esta epidemia catastrófica se presenta con mayor intensidad en los países más desarrollados, que reciben el nombre de "Primer Mundo".
Pero, como una plaga psicológica se está extendiendo, a pasos agigantados, hacia los países que han dado en llamar "del Tercer Mundo".
Eso ocurre porque, para vencer la soledad, no se trata de estar en medio de una multitud, dentro de una terminal aérea, de un shopping, o de las calles céntricas de una gran ciudad.
Para vencer la soledad, lo único que necesitamos es un corazón cercano al nuestro: alguien que nos acoja y nos comprenda; alguien que nos escuche y a quien lo escuchemos; alguien con quien podamos contar en medio de nuestra angustia, en intensa reciprocidad: alguien que nos ame, y a quien amemos de verdad.
Pero esto no lo pueden dar las máquinas, ni las multitudes.
El gran poeta español, Gustavo Adolfo Bécquer, tocó tan cruel realidad, atrapándola en estos breves y profundos versos:
"Llegó la noche y no encontré un asilo.
Y tuve sed: mis lágrimas bebí.
Y tuve hambre: los hinchados ojos
cerré para morir.
Yo estaba en un desierto, aunque a mi lado,
de la turba llegaba el ronco hervir...
Yo era huérfano y pobre: el mundo estaba
desierto para mí". (Rima 65 - 1868).
Y el insigne Psicólogo francés, Ignace Lepp, en la Introducción de su libro "La comunicación de las existencias", escribe lo siguiente:
"En medio de la muchedumbre y de la agitación perpetua, la vida interior del ser humano se ha empobrecido al punto de que se aburre en cuanto se encuentra solo. Entre los habitantes de la ciudad, pocos gustan de salir de vacaciones solos; aún para esto, la mayoría acude al grupo y se abandona a las caravanas de las excursiones, a las vacaciones organizadas...
La libertad individual, la vida privada, son realidades a las que se ha renunciado desde hace tiempo". (1969)
Bécquer, en 1868 expresaba exactamente lo mismo que Lepp en 1969, es decir hace ya cien años.
Esto significa que el fenómeno de la soledad ha existido siempre y por la misma causa.
Pero en nuestros días se ha incrementado a niveles alarmantes, como consecuencia del surgimiento de una nueva creación de la ciencia: la tecnología.
La tecnología correctamente usada, es una herramienta deslumbrante e indispensable para el progreso de la humanidad y para muchos otros beneficios personales y sociales.
Pero mal empleada, conduce a situaciones lamentables, muchas veces irreversibles.
Para comprobar dicha afirmación, les acerco, finalmente, un video referente a pensamientos expresados por Albert Einstein.
Este gran físico, considerado la mente más brillante que la humanidad haya conocido jamás, se refiere también al fenómeno que venimos comentando: sin comunicación nos volvemos idiotas.
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y SilvaCel. 0985 24 26 01
www.franciscooliveiraysilva.
www.facebook.com/
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