El Marco Rector pedagógico
de la educación de la sexualidad integral,
propulsado y promocionado por el MEC, no solo tiene un trasfondo: es la
mismísima ideología marxista, camuflada en un documento que pretende pasar por
educativo, y no lo es para desgracia, no de nosotros los mayores que ya estamos
formados, sino de nuestros niños, cuya inocencia y receptividad los hace
absolutamente indefensos y vulnerables. Su potencial perjuicio en las escuelas,
perpetrada por este descaminado proyecto, nos tiene en alerta roja.
Un
proyecto letal enmascarado
Es oportuno desnudar las verdaderas
intenciones del entonces ministro de Educación, Luis Riart, y sus obsecuentes
seguidoras, que iban pregonando, el uno y las otras, a través de los medios,
las «bondades» del citado documento, sin declarar, por nada del mundo, lo que
se escondía en el mismo.
Luis Riart. |
Se trataba de un verdadero documento
comunista. Comunista, no en sentido metafórico, sino real. Su propósito, muy
mal encubierto y groseramente disimulado, es destruir la familia.
¿De qué
manera? Pues, secuestrando a los padres su irrenunciable derecho de educar a
sus hijos, y adjudicándose, con feroz atrevimiento (como en la Rusia comunista),
el Estado dicha función, para sembrar en los educandos la perversa y obsoleta
ideología sexual marxista.
Se trataba de un verdadero
documento comunista. Comunista, no en sentido metafórico, sino real. Su
propósito, muy mal encubierto y groseramente disimulado, es destruir la familia.
Este atropello, violatorio de la
Constitución Nacional y de los Derechos Humanos, lo pretenden realizar con
miras a destruir la evolución psicosexual de nuestros niños, a través de la
anticientífica «ideología de género» inventada por personas con malas
intenciones.
Teoría
sin bases científicas
La tal teoría jamás fue demostrada por
profesional alguno en el campo de la medicina ni de la psicología, pero es
machaconamente repetida, como un dogma de fe, por sus defensoras, cuya ignorancia
en ambos campos se patentiza en su lamentable pobreza de vocabulario y de
recursos didácticos para explicar ese verdadero adefesio, cuando hablan por los
medios de comunicación.
Pero dicho propósito, el de destruir la
familia paraguaya promocionando el género gay y los otros, más depravados aún,
fundados en lo de la orientación sexual, y el respeto a la diversidad (patrañas
inventadas también por estas inescrupulosas personas), es, sin embargo,
reiterativamente negado, con angelical sonrisa y modales de extrañeza, por el
citado ministro de Educación y por las promotoras de ese letal producto.
Tratan de esconder el virus mental de ese
maldito proyecto encaminado a infectar, más gravemente aún que el sida, la
mente de los niños paraguayos en las aulas. Lo enmascaran bajo el criminal
pretexto de protegerlos del sida (en aumento), y de embarazos en adolescentes (tragedias
reales que no se pueden negar).
Pero, ¿se molestaron en buscar la causa? La
causa no es la ignorancia acerca del uso del profiláctico (condón) y de los demás
métodos y tecnologías anticonceptivas (cosas que se aprenden en un par de
minutos ¡sin necesidad de ningún Marco Rector!).
La causa es el desenfreno sexual creciente
en muchísimos jóvenes y adultos de ambos sexos, depravación moral que no se
ataja enseñando a usar preservativos, anticonceptivos y clases de aborto.
Eso
se logra con la formación en valores, a esta altura, masacrados por estos que
se proponen ahora «educar». Educar sin valores, es como enseñar a nadar en
seco.
Al más puro estilo marxista, atropellan las
familias y las despojan de su derecho irrenunciable e intransferible de educar
a los hijos, con la mentirosa excusa de que en las familias no se desarrolla un
proceso de educación sexual.
Pero como en el comunismo la propiedad
privada, incluyendo la familia y los hijos, son propiedad del Estado, ellos
perpetran su deleznable acción, como si nuestros hijos les pertenecieran,
violando fueros garantizados por la Constitución que, en su momento, juraron
respetar. De esta manera, el desarrollo psicosexual de nuestros niños,
convertidos ahora en víctimas del sistema marxista, instalado ya en el campo de
la educación paraguaya, se encuentra gravemente amenazado.
Tratan de esconder el virus
mental de ese maldito proyecto encaminado a infectar, más gravemente aún que el
sida, la mente de los niños paraguayos en las aulas.
Mis afirmaciones precedentes no son
irresponsables, como esas opiniones casuales alegremente emitidas sin prueba
alguna, a las que he dado en denominar «opiniones de cafetín». Yo tengo los
argumentos a mano, y voy a hacer uso de ellos ahora mismo.
En la próxima entrada explicaré sobre The Gender Agenda o Agenda del Género.
Saludos
cordiales,
Doctor
Francisco Oliveira y Silva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario