Hace una semana me escribió una amiga del mail, para hacerme una consulta acerca de la Biblia.
Esta persona conoce mi libro "Lo que no dice la Biblia", que lo publiqué en el 2008, lo cual le animó a consultarme sobre un tema muy interesante acerca de la influencia de ese Libro Sagrado milenario en el desarrollo y consolidación de la cultura occidental.
Le respondí muy extensamente, y me pareció oportuno compartir esa contestación con todos ustedes.
Parte del mensaje decía:
¿Cómo está, doctor?
Días pasados estuve leyendo una revista que consagró un capítulo al tema « pequeño manual de cultura general »
Se
interrogaba el periodista qué es lo que un ser humano debe conocer para
decir que tiene una cultura general y entonces entrevistó
a varios intelectuales, entre otros, a dos filósofos, a dos
editorialistas, y profesores universitarios, a tres científicos y a un
historiador.
Me
llamó particularmente la atención lo que en un momento del texto
expresa uno de los filósofos sobre qué libros hay que leer y éste indica
« en primer lugar la Biblia » y más adelante « La Odisea » y « La
Iliada » para pasar a Cervantes y a autores clásicos más contemporáneos.
La frase que llamó mi atención y que no comprendí dice: « No habría Shakespeare, ni Candide, ni Voltaire (…) si no hubiese habido el Eclesiastés »
Recurro a su sólida formación para preguntarle : ¿qué significa ésto ?
Mucho le agradecería si pudiera explicarme.
Segura que tendré el inmenso placer de leerlo para descubrir la respuesta.
Reciba mi cordial saludo,
N.N.
LE RESPONDÍ CON TRES COMENTARIOS
(Primer comentario)
Apreciada amiga:
La Biblia misma NO TENDRÍA MUCHO SENTIDO SIN EL ECLESIASTÉS.
Ese pequeño libro, de apenas nueve páginas entre las 1.600 páginas que integran la Biblia, ES LA SAL DE LA BIBLIA, es LA SAL DE LA VIDA.
Y como sucede con la sal, de la cual basta una muy pequeña cantidad para hacer posible sentir el sabor de toda la comida, así esas poquitas páginas de tan voluminoso Libro Sagrado, le dan el toque necesario para que aprendamos a gustar el sabor de tan majestuosa obra.
Después te explico el secreto que yo descubrí en el Eclesiastés, también llamado el Cohelet, que fue su autor, cuando, leyendo renglón por renglón toda la Biblia, para poder emprender la fascinante tarea de escribir mi libro acerca de "Lo que no dice la Biblia", me tropecé con semejante novedad en esas pocas páginas. ¡Son muy exquisitas!
Te adelanto diciendo que fue el único libro de la Biblia, de los más de cincuenta que la componen, que me hizo reir, sí reir, un par de veces, mientras iba descubriendo la esencia de la filosofía humana y divina expresada en él, indispensable para aprender a vivir con realismo, sin falsas esperanzas ni optimismo exagerado.
Comienza el Cohelet, en el original griego, con la siguiente frase, la cual, usando la fonética castellana, suena así: "MATAIÓTES MATAIOTÉTOS, KAI PANTA MATAIÓTES", que se traduce: "VANIDAD DE VANIDADES, Y TODO ES VANIDAD".
Te sigo explicando después.
Un cordial saludo:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.
Un cordial saludo:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.
(Segundo comentario)
Apreciada amiga:
Continuando con esta pequeña exposición del Eclesiastés, te digo que encontramos en este librito tres ejes:
1. Todo es vanidad, es decir, transitorio, fatuo, sin valor, pasajero.
2. Nada nuevo hay debajo del sol.
3. Hay una que otra cosa buena en esta vida.
Iré entresacando, algunos pensamientos concretos acerca de estas tres afirmaciones, y sus respectivas frases, en las cuales las plasmó el Cohelet, que impactaron en los genios del arte literario universal.
"Lo tuerto no puede enderezarse, y lo falto no puede completarse" (1, 15).
"Todo tiene su tiempo, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su hora. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de cosechar; tiempo de herir, y tiempo de curar; tiempo de llorar, y tiempo de reir..." (3, 1-5)
Notamos un pesimismo inocultable en todo el libro, pero tan saturado de alegres consejos realistas, como el comer, beber y gozar de la amada compañera, que nos permite llegar a la conclusión de que
- el ser humano no es un ángel, ni debe pretender convertirse en eso, como desgraciadamente se enseñó y se sigue enseñando desde hace siglos.
- Por lo tanto debe buscar la alegría en las cosas simples, tales como el comer, el beber, fruto de su trabajo, y el disfrutar de la compañía sentimental, pues todo eso es don de Dios ante las fatigas de la vida.
- tomar esta existencia con realismo y madura flexibilidad, sin esperar demasiado de la vida, de los demás, ni de uno mismo, porque "nada nuevo hay debajo del sol",
- y no afanarse en lograr grandes triunfos, "porque todo es vanidad y apacentarse de viento".
Mi objetivo es, simplemente, el de señalar algunas pistas que nos permitan
- comprender que debemos "servir a Dios con alegría" (Salmo 100),
- y no con el rostro enjuto, tenso y amargado.
- y que Dios no quiere que suframos, sino que gocemos de la vida que nos regaló, juntamente con los dones que nos dio, como el trabajo, la compañía, la comida, la bebida y el descanso placentero
Suspendo aquí por hoy.
Cordiales saludos:
(Tercer comentario)
Apreciada amiga:
Concluyo estos comentarios mostrando de qué manera se relaciona el Eclesiastés con los autores inmortales citados en tu pregunta, que abordaron el tema de la Humanidad, con sus sus luces y sus sombras, sus desventuras y alegrías.
Copio un párrafo de tu escrito en el que me informas acerca de una encuesta realizada por una Revista a intelectuales de Europa, acerca de la pregunta "¿Qué se entiende por cultura general?":
"... Uno de ellos respondió sobre qué libros hay que leer, y señaló: « en primer lugar la Biblia », y más adelante « La Odisea », y « La Iliada », para pasar a Cervantes y a autores clásicos más contemporáneos".
Se lo menciona a Cervantes, el cual, juntamente con Shakespeare, Dante, y Homero han sido los cuatro más altos exponentes de la Literatura universal, por su sagacidad en tratar, sin omitir detalle, la realidad del ser humano: sus triunfos y sus miserias, sus fantasías y su realidad.
Ahora bien: ¡dicha temática ya había sido abordada, muchos siglos antes, muy puntualmente, y con absoluta profundidad y sabiduría por los autores de la Biblia, especialmente por el del Eclesiastés!
Concluyo estos comentarios mostrando de qué manera se relaciona el Eclesiastés con los autores inmortales citados en tu pregunta, que abordaron el tema de la Humanidad, con sus sus luces y sus sombras, sus desventuras y alegrías.
Copio un párrafo de tu escrito en el que me informas acerca de una encuesta realizada por una Revista a intelectuales de Europa, acerca de la pregunta "¿Qué se entiende por cultura general?":
"... Uno de ellos respondió sobre qué libros hay que leer, y señaló: « en primer lugar la Biblia », y más adelante « La Odisea », y « La Iliada », para pasar a Cervantes y a autores clásicos más contemporáneos".
La frase que llamó mi atención y que no comprendí dice: « No habría Shakespeare, ni Candide, ni Voltaire (…) si no hubiese habido el Eclesiastés ».
TE RESPONDO
Se lo menciona a Cervantes, el cual, juntamente con Shakespeare, Dante, y Homero han sido los cuatro más altos exponentes de la Literatura universal, por su sagacidad en tratar, sin omitir detalle, la realidad del ser humano: sus triunfos y sus miserias, sus fantasías y su realidad.
Ahora bien: ¡dicha temática ya había sido abordada, muchos siglos antes, muy puntualmente, y con absoluta profundidad y sabiduría por los autores de la Biblia, especialmente por el del Eclesiastés!
Los
argumentos de las obras de estos cuatro grandes de las letras, se
refieren también, con asombrosa profundidad y realismo, inspirados en el Eclesiastés, al tema del optimismo, el pesimismo y el realismo; del idealismo y el materialismo; que son tratados a fondo en el argumento de sus novelas o comedias, como es posible apreciar en "El Quijote" y en "La Divina Comedia", íntegramente basada , esta última, en la teología bíblica.
Con excepción de Homero, que no tuvo acceso a la Biblia, los otros tres la han leído con sumo provecho.
Y en ella tropezaron con el Eclesiastés, cuyo autor aborda el tema de la desventura y fatuidad de la vida humana en la tierra, exponiéndolo de manera sublime, haciéndonos ver la realidad del ser humano que, habiendo sido destinado a vivir una vida feliz, el mismo, desperdiciando tan sublime condición, se ha condenado a vivir en el dolor, la angustia y la soledad, desgracia que solo puede remediar acudiendo a las cotidianas satisfacciones sencillas que la vida nos depara, como el descanso, la comida, y la compañía, en los contados días que nos toca vivir en la tierra.
Lee, por favor, este pasaje del Eclesiastés:
"He aquí lo que yo he hallado de bien: que es bueno comer, beber y disfrutar, en medio de tantos afanes con que se afana el hombre debajo del sol, los contados días que Dios le concede, pues esta es su parte".
Y este otro: Y en ella tropezaron con el Eclesiastés, cuyo autor aborda el tema de la desventura y fatuidad de la vida humana en la tierra, exponiéndolo de manera sublime, haciéndonos ver la realidad del ser humano que, habiendo sido destinado a vivir una vida feliz, el mismo, desperdiciando tan sublime condición, se ha condenado a vivir en el dolor, la angustia y la soledad, desgracia que solo puede remediar acudiendo a las cotidianas satisfacciones sencillas que la vida nos depara, como el descanso, la comida, y la compañía, en los contados días que nos toca vivir en la tierra.
Lee, por favor, este pasaje del Eclesiastés:
"He aquí lo que yo he hallado de bien: que es bueno comer, beber y disfrutar, en medio de tantos afanes con que se afana el hombre debajo del sol, los contados días que Dios le concede, pues esta es su parte".
"Ve, come alegremente tu pan y bebe tu vino con alegre corazón, pues que se agrada Dios en tus buenas obras".
Compara ambas sentencias con las siguientes, de "El Quijote":
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)
—Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.
—Si eso es así, no tengo yo que replicar —respondió Sancho— De mí sé decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga.
Díjole Sancho que mirase que era hora de comer.
Respondióle su amo que por entonces no le hacía menester, que comiese él cuando se le antojase.
Con esta licencia, se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga.
Estos cuatro grandes genios de las letras nos enseñan también que debemos vivir una vida modesta, sin pretender cambiar el mundo, el cual siempre será igual, ya que este no es "el mejor de los mundos posibles", como lo creía y lo enseñaba el famoso filósofo Leibnitz.
Thomas Hemerken, o Tomás de Kempis (1380-1471)
- Quiero señalar, de paso, que en un pequeño librito, escrito por el Beato Tomás de Kempis, un monje del siglo XIII, cuyo título es: "La imitación de Cristo", el cual, como ocurre con la Biblia, se sigue imprimiendo hasta nuestros días. En él podemos notar la influencia del Eclesistés en varios de sus pasajes, como en este: "No está la felicidad del hombre en tener abundancia de lo temporal. Le basta una vida mediana: que harto verdadera miseria es vivir en la tierra". Tales expresiones, más parecieran ser el lamento de algún ser humano amargado, pero han sido escritas por un hombre considerado santo dentro de la Iglesia católica, y recomendado por Papas.
De hecho todo "El Quijote" es
una burla de quienes se creen capaces de cambiar el mundo.
De ahí las expresiones ironizantes que solemos escuchar cuando planteamos temas que rayan en quimeras: "- no seas Quijote", o "- eso es una quijotada", porque este héroe, queriendo cambiar el mundo, siempre termina maltrecho y nunca logra su propósito.
De ahí las expresiones ironizantes que solemos escuchar cuando planteamos temas que rayan en quimeras: "- no seas Quijote", o "- eso es una quijotada", porque este héroe, queriendo cambiar el mundo, siempre termina maltrecho y nunca logra su propósito.
- En el emblemático tango "Cambalache", tan realista y verídico, del argentino Santos Discepolo, escuchamos indiscutibles verdades acerca de la historia de la Humanidad. Comienza con la famosa frase: "Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...¡En el quinientos seis y en el dos mil también!" En el Eclesiastés, leemos: Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará" (1, 9).
Siguiendo con "El Quijote":
¿Cómo
no descubrir, en la descabellada actitud grotescamente optimista de Don Quijote,
afectado por la locura, la burla dirigida hacia quienes dicen que este es "el mejor de los mundos posibles", como también lo dijo el filósofo Leibnitz?
Sabemos que Don Quijote tomó la decisión de buscar aventuras, como las de los "caballeros andantes" de su época, asumiendo la misión de “desfacer agravios, enderezar entuertos y proteger doncellas". Pero en el Eclesiastés leemos lo contrario: "Lo tuerto no puede enderezarse, y lo falto no puede completarse" (1, 15).
Sabemos que Don Quijote tomó la decisión de buscar aventuras, como las de los "caballeros andantes" de su época, asumiendo la misión de “desfacer agravios, enderezar entuertos y proteger doncellas". Pero en el Eclesiastés leemos lo contrario: "Lo tuerto no puede enderezarse, y lo falto no puede completarse" (1, 15).
Pareciera que Cervantes, compartiendo ese pensamiento, demuestra que pretender lo contrario es posible solo en un loco.
François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694 - 1778)
En su estupenda novela "Candide, ou l'Optimisme", Voltaire, personificándose en el protagonista Candide, (Cándido, en castellano, es sinónimo de ingenuo, crédulo, pueril), ironiza también la postura de Leibnitz, citado más arriba, el cual, como dijimos, sostenía que vivimos en «le meilleur des mondes possibles» («el mejor de los mundos posibles»), y que «tout est au mieux» («todo sucede para bien»).
La novela Candide es un completo muestrario de los horrores del mundo del siglo XVIII el cual, como lo leemos en el Eclesiastés, será igual a cualquier otra época de la Historia, pasada o futura, como lo hemos leído más arriba: "Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará".
Voltaire pregona que, si bien el mundo nunca cambiará, y que es imposible cambiarlo, podemos pasarlo mejor ocupándonos de las pequeñas situaciones gratificantes que la vida nos ofrece a diario, tal como nos lo enseña el Eclesiastés: "Ve, come alegremente tu pan y bebe tu vino con alegre corazón, pues que se agrada Dios en tus buenas obras.
Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la fugaz vida que Dios te da bajo el sol" (9, 7 y 9).
La misma lección se proclama en "El Quijote": el escudero Sancho Panza, ciertamente lo pasaba mucho mejor que su amo, disfrutando de los pequeños placeres que tenía a su alcance, a pesar de los graves infortunios que les tocaba enfrentar por culpa del loco optimismo del Quijote. En su estupenda novela "Candide, ou l'Optimisme", Voltaire, personificándose en el protagonista Candide, (Cándido, en castellano, es sinónimo de ingenuo, crédulo, pueril), ironiza también la postura de Leibnitz, citado más arriba, el cual, como dijimos, sostenía que vivimos en «le meilleur des mondes possibles» («el mejor de los mundos posibles»), y que «tout est au mieux» («todo sucede para bien»).
La novela Candide es un completo muestrario de los horrores del mundo del siglo XVIII el cual, como lo leemos en el Eclesiastés, será igual a cualquier otra época de la Historia, pasada o futura, como lo hemos leído más arriba: "Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará".
Voltaire pregona que, si bien el mundo nunca cambiará, y que es imposible cambiarlo, podemos pasarlo mejor ocupándonos de las pequeñas situaciones gratificantes que la vida nos ofrece a diario, tal como nos lo enseña el Eclesiastés: "Ve, come alegremente tu pan y bebe tu vino con alegre corazón, pues que se agrada Dios en tus buenas obras.
Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la fugaz vida que Dios te da bajo el sol" (9, 7 y 9).
Sancho siempre intentaba hacerle entrar en razón a tan idealista como loco caballero andante, pero sin conseguirlo jamás.
Significativamente, Don Quijote, en su lecho de agonía, poco antes de morir, recupera la razón y se desvanece en él todo rastro del loco optimismo que le había caracterizado a lo largo de su vida.
Cervantes nos demuestra que la cordura no admite tal optimismo descabellado.
Es como si Cervantes estuviera dejando bien en claro que solamente un loco puede ser tan optimista como para creer que es posible arreglar el mundo o, peor aún, creer que este es el mejor de los mundos posibles.
William Shakespeare (1564- - 1616)
Y para hablar de Shakespeare y de la relación de sus obras con la Biblia, me remito a la Tesis doctoral presentada por Gonzalo Salvador Vélez, en el 2008, en Barcelona, cuya lectura íntegra recomiendo vivamente.
Dice el autor, en uno de sus espléndidos pasajes:
"No
está de más repetir al inicio de este capítulo, la reiterada afirmación
de que la llamada «cultura occidental» se ha fundado sobre dos
pilares:
la tradición clásica grecolatina
y la tradición bíblica judeocristiana. Son ésos los dos grandes
códigos a partir de los cuales Occidente ha elaborado,
con más o menos sabiduría y fortuna, su propio código cultural.
En
nuestro tiempo, uno de cuyos rasgos más característicos es el
olvido de los ancestros, de la tradición, ocurre con la Biblia
lo
mismoque con las obras de Homero y de Sófocles, deVirgilio y de
Ovidio: son textos tan recordados como poco visitados. Esto
constituye, al menos desde el punto de vista cultural —que es
el que aquí nos ocupa—, un error estratégico gravísimo,
puesto que es en las páginas de la Biblia y en las de aquellos
autores de la Antigüedad donde se
encuentra la clave hermenéutica de buena parte de los textos y
obras de arte que ha producido Occidente durante más de dos
milenios.
En la Sagrada Escritura, apuntaba Heinrich Heine en 1830, está todo: «El amanecer y el ocaso, la promesa y el cumplimiento, el nacimiento y la muerte, la totalidad del drama humano, todo está en este libro. Es el Libro de los Libros».
Se ha hablado mucho, y con justicia, de la admirable capacidad de autores como Shakespeare, Montaigne o Dostoievsky para cifrar en sus páginas el entero universo de los hombres; pero lo cierto es que muchas de esas páginas no existirían, o en todo caso serían muy diferentes, si sus padres no hubieran leído atentamente la Biblia.
Queremos reseñar aquí el estudio realizado por Steven Marx, "Shakespeare and the Bible". El autor muestra cómo la Biblia inspira el uso que hace Shakespeare del mito, la historia, la comedia y la tragedia, sus técnicas escenográficas, y el modo de caracterizar a ciertos personajes".(Fin de la cita).
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En la Sagrada Escritura, apuntaba Heinrich Heine en 1830, está todo: «El amanecer y el ocaso, la promesa y el cumplimiento, el nacimiento y la muerte, la totalidad del drama humano, todo está en este libro. Es el Libro de los Libros».
Se ha hablado mucho, y con justicia, de la admirable capacidad de autores como Shakespeare, Montaigne o Dostoievsky para cifrar en sus páginas el entero universo de los hombres; pero lo cierto es que muchas de esas páginas no existirían, o en todo caso serían muy diferentes, si sus padres no hubieran leído atentamente la Biblia.
Queremos reseñar aquí el estudio realizado por Steven Marx, "Shakespeare and the Bible". El autor muestra cómo la Biblia inspira el uso que hace Shakespeare del mito, la historia, la comedia y la tragedia, sus técnicas escenográficas, y el modo de caracterizar a ciertos personajes".(Fin de la cita).
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Apreciada amiga:
La lectura íntegra de esa tesis doctoral, lo repito, es recomendable, no solo porque trae detalles interesantes y acertados comentarios acerca de las obras de Shakespeare inspiradas en la Biblia, sino porque demuestra el inmenso valor de este Libro Sagrado, cuyo insuperable contenido humano, y cuya belleza literaria inigualable, ha posibilitado la creación de las obras maestras de la Literatura universal. El autor de esta tesis demuestra que, sin la Biblia, ninguna de esas obras hubiera podido existir.
Leer toda esa tesis en el siguiente enlace:[PDF]La huella del Eclesiastés en la poesía de J - tdx.cat
¡Buen argumento es toda esta tesis para quienes desprecian la Biblia, sin haberla conocido jamás, juzgándola como "un libro escrito por primitivos en épocas de gente bárbara y salvaje". La frase entrecomillada la expresó un locutor agnóstico paraguayo, en una de las radios locales, desnudando así, rampante e impúdicamente, su más supina ignorancia, esa sí "bárbara y salvaje".
Ese hombre de radio sí que puede ser tomado como un ejemplo emblemático de la persona carente de esa "cultura general", a la que se refiere la encuesta hecha en Europa, acerca de la cual me consultaste, dándome ocasión para escribir todos estos comentarios.
UN DATO CURIOSO:
Cervantes, Shakespeare, y Dante, tres de los cuatro máximos exponentes de la Literatura universal, pertenecieron a la religión Católica. El cuarto, Homero, vivió en el siglo VIII antes de Cristo.
La lectura íntegra de esa tesis doctoral, lo repito, es recomendable, no solo porque trae detalles interesantes y acertados comentarios acerca de las obras de Shakespeare inspiradas en la Biblia, sino porque demuestra el inmenso valor de este Libro Sagrado, cuyo insuperable contenido humano, y cuya belleza literaria inigualable, ha posibilitado la creación de las obras maestras de la Literatura universal. El autor de esta tesis demuestra que, sin la Biblia, ninguna de esas obras hubiera podido existir.
Leer toda esa tesis en el siguiente enlace:[PDF]La huella del Eclesiastés en la poesía de J - tdx.cat
¡Buen argumento es toda esta tesis para quienes desprecian la Biblia, sin haberla conocido jamás, juzgándola como "un libro escrito por primitivos en épocas de gente bárbara y salvaje". La frase entrecomillada la expresó un locutor agnóstico paraguayo, en una de las radios locales, desnudando así, rampante e impúdicamente, su más supina ignorancia, esa sí "bárbara y salvaje".
Ese hombre de radio sí que puede ser tomado como un ejemplo emblemático de la persona carente de esa "cultura general", a la que se refiere la encuesta hecha en Europa, acerca de la cual me consultaste, dándome ocasión para escribir todos estos comentarios.
UN DATO CURIOSO:
Cervantes, Shakespeare, y Dante, tres de los cuatro máximos exponentes de la Literatura universal, pertenecieron a la religión Católica. El cuarto, Homero, vivió en el siglo VIII antes de Cristo.
Cordiales saludos:
PD.
Apreciada amiga: Te agradezco la pregunta.
La misma hizo posible la elaboración de este interesante análisis.
Compartiré este artículo con mis lectores, pero lo haré sin mencionar tu nombre, ni detalle alguno que permita identificar su procedencia.
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