La feliz Noche cuyos resplandores superaron a los de la luz del día.
La Noche en la que la verdadera Luz bajó a la Tierra.
La Noche en la que la verdadera Luz bajó a la Tierra.
- ¿Es posible que tantos millones de personas, del pasado y del presente, como las de este imponente coro y magistral orquesta, estén erradas, al admitir la tan deslumbrante verdad de la Encarnación de Dios en la Historia humana, convicción que se encuentra firmemente arraigada en nuestros corazones?
- ¿Es posible que esos pocos no creyentes, del pasado y del presente, estén en la verdad, solo comiendo y bebiendo en Navidad, ignorando la existencia de Dios, y sosteniendo que el Nacimiento de Jesús y todo lo que rodeó tan transcendental acontecimiento, son solo un cuentito de criaturas?
Creo que daría risa.
Yo, parodiando dicha afirmación, he escrito, cuando preparaba mi tesis doctoral, que en el fondo de toda persona mentalmente perturbada, subyace el impulso de creer en Dios, inconcientemente reprimido.
Recomiendo la lectura de ese libro a creyentes y a ateos.
Llegué a escribir, ya en aquella ocasión, que toda persona atea lo es por conveniencia, por ignorancia, por soberbia, o por algún trauma.
- Por conveniencia, porque no les será posible aceptar la existencia de Dios y continuar llevando la vida descaminada y disoluta que están llevando.
- Por ignorancia, porque no tuvieron la oportunidad de ser convenientemente instruidas acerca de las verdades divinas.
- Por soberbia, pues se sienten los más capaces y listos del planeta. Se mofan de los que profesamos alguna Fe. Hablan como dueños absolutos y perpetuos de la verdad, sosteniendo, erróneamente, que solo la razón y la ciencia son las únicas fuentes del conocimiento, sin advertir que cada persona razona de manera diferente, y que la razón y la ciencia, muchas veces se han equivocado, y se seguirán equivocando.
- Por algún trauma, porque han sido dañadas por alguna dolorosa experiencia causada por alguien que se decía creyente, pero que se comportó como una bestia, causando así su alejamiento de Dios.
Les invito a reflexionar en estos pensamientos mientras escuchan tan encantadora melodía:
Cordiales saludos, y un abrazo:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
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