Queridos amigos y lectores:
La muerte del amor, provocada por la violencia entre quienes soñaban
no separarse jamás, se ilustra en esta imagen, desgraciadamente cotidiana.
¡Cuanto dolor desborda el alma de quienes han visto despedazarse así sus sueños!
La muerte del amor, provocada por la violencia entre quienes soñaban
no separarse jamás, se ilustra en esta imagen, desgraciadamente cotidiana.
¡Cuanto dolor desborda el alma de quienes han visto despedazarse así sus sueños!
Esa es una de las más dolorosas frustraciones del ser humano.
Canciones antiguas y canciones actuales.
La mayoría de ellas, no importa su antigüedad ni su estilo musical, son canciones de amor.
Su fuente de inspiración la constituyen, casi siempre, las vivencias del propio autor:
- Algunas son murmullos brotados de la más profunda ternura,
- otras expresan el hondo dolor causado por el puñal de la traición,
- otras, suplican perdón, empapadas en lágrimas de arrepentimiento,
- otras son un himno inmortal ante la maravilla del amor invicto.
Hoy me quiero referir a una de esas canciones, en la cual el cantautor José José, expresa EL POR QUÉ del fracaso del amor, en la vida de quienes soñaron con haber alcanzado el cielo eterno al unirse en matrimonio...
Para este autor hay muchos "por qué", tales como
- "porque el alma se vacía como el cántaro en la nube", o
- "porque se vuelven cadenas lo que fueron cintas blancas".
Esta canción se limita a señalar algunas de las causas de tan doloroso fracaso.
Este fracaso no pocas veces ha llevado al suicidio a la persona desgarrada por tan cruel experiencia de soledad absoluta jamás imaginada.
Les copio toda la canción; pueden escucharla en el enlace que puse al pie de la letra:
EL AMOR ACABA.
José José
Porque el alma se vacía
como el cántaro en la nube
¡el amor acaba!
porque suave se desliza
como sombra la caricia
¡el amor acaba!
porque el sentimiento es humo
y ceniza la palabra
¡el amor acaba!
porque el corazón de darse
llega un día que se parte
¡el amor acaba!
porque se vuelven cadenas
lo que fueron cintas blancas
¡el amor acaba!
porque llega a ser rutina
la caricia mas divina
¡el amor acaba!
porque somos como ríos
cada instante nueva el agua
¡el amor acaba!
porque mueren los deseos
por la carne y por el beso
¡el amor acaba!
-coro-
porque el tiempo tiene grietas
porque grietas tiene el alma
porque nada es para siempre
y hasta la belleza cansa
¡el amor acaba!
Todos buscamos afanosamente la felicidad. ¡Queremos estar bien!
Pero no existe tan siquiera un solo ser humano que se encuentre totalmente libre de algún padecimiento o problema, ya sea corporal o mental.
Pero no existe tan siquiera un solo ser humano que se encuentre totalmente libre de algún padecimiento o problema, ya sea corporal o mental.
Todos llevamos "nuestra propia vida a cuestas", según expresión del Papa Francisco en una de sus homilías referentes a la Iglesia que sabe de estos dolores, y que es "Madre acogedora para todos, sin excepción".
Y a esto quería llegar. Este Papa al referirse a las personas divorciadas o separadas, que han vuelto a unirse con otra persona, dijo que ellas
- no están excomulgadas, es decir, expulsadas de la Iglesia.
- sino solamente que no pueden comulgar, lo cual es muy diferente.
"¡No hay que condenarlos! ¡Hay que caminar con ellos!", afirmó Francisco, que exhortó a no hacer "casuística con su situación".
"Debemos estar cerca de los hermanos y las hermanas que han sufrido el fracaso del amor en sus vidas".
(Ciudad del Vaticano - AFP).
En un punto de su homilía sobre este tema, dijo el Papa:
"Hoy quisiera
detener nuestra atención sobre otra realidad: cómo cuidar a aquellos que,
después del irreversible fracaso de su vínculo matrimonial, han comenzado una
nueva unión.La Iglesia sabe bien que una situación tal contradice el Sacramento cristiano. De todos modos, su mirada de maestra viene siempre de un corazón de madre; un corazón que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas.
He aquí porqué siente el deber, “por amor a la verdad” de “discernir bien las situaciones”. Así se expresaba san Juan Pablo II, en la Exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 84), dando como ejemplo la diferencia entre quien ha sufrido la separación y quien la ha provocado. Se debe hacer este discernimiento".
Es necesario recordar entonces, al tratar tan delicada y sensible cuestión, que no todas las separaciones se deben a un mismo motivo, y caer en el error de condenar por igual a todos los separados o divorciados.
Por el contrario: cada separación obedece a un motivo diferente,
- desde el más tonto, como el ir en busca de nuevas emociones, de un nuevo romance;
- hasta el más dramático, como es el de huir de la persona cuya conducta, habitualmente violenta, constituye un peligro para la integridad física de la pareja y de los hijos.
En el próximo Sínodo, que tendrá lugar en octubre de 2015, se llegará a una propuesta definitiva.
Los Obispos entregarán al Papa todas las conclusiones a las que llegaron acerca de los diferentes temas tratados en tan importante evento, y será el Papa quien se pronunciará acerca de las normas a seguir en todas las situaciones tratadas durante el Sínodo.
A modo de conclusión copio lo que escribí, con respecto al tema de los divoricados privados de la Comunión sacramental, en mi libro "Lo que no dice la Biblia".
"Nuestra Iglesia considera un impedimento para recibir la Comunión eucarística, el que una persona casada y separada - o divorciada - se una con otra como pareja: ninguno de los dos puede comulgar.
Esta generalización no me parece procedente, debido a que hay casos en los cuales la anterior pareja - la "legal" - constituía un motivo de escándalo para los hijos, a causa de su crueldad y violencia intrahogareña; mientras que la pareja actual es una persona madura, cariñosa y abnegada con la cual se han establecido sólidos lazos de amor, que aporta seguridad económica al hogar, garantizando salud y educación para los hijos - desprotegidos en ambos campos por la pareja "legal" que dilapidaba lo poco que ganaba, en mujeres y alcohol -, posibilitando - ¡por fin! - la vuelta del orden, la paz y la armonía en la vida de todos.
Pero no: no pueden comulgar, salvo que se priven de tener relaciones sexuales; con la pareja "legal" sí, podía comulgar, aunque tuvieran relaciones sexuales (ya en nivel de animalidad).
Es una incoherencia. Se premia lo patológico, y se castiga lo normal. Además se toma, nuevamente, el sexo, como "la piedra del escándalo", siendo que, como vimos, la obsesión por "el pecado del sexo", ya criticada más arriba, vuelve a aparecer aquí. "No tienen sexo", pueden comulgar aunque vivan juntos; si tienen sexo, no pueden comulgar aún cuando dichas relaciones - a diferencia de las tenidas con la anterior pareja - no se realizan ya como animales, sino que están motivadas por la ternura y el amor.
Debo confesar - y lo hago sin bochorno - que yo les digo a estas personas, que vayan a comulgar, haciéndome yo responsable de ello, y pidiéndole a Dios "que me pase a mí la factura" si hay algo que "pagar" en esto. Me parece más humano comulgar en estas condiciones, que volver a la animalidad sexual y a la inseguridad física como "precio" al permiso para comulgar.
Más bien pediría que la Iglesia haga uso de su poder en este campo, y prohiba comulgar, por algún comunicado o decreto hecho público - en la prensa o en las misas -, a las autoridades y mandatarios que expolian inmisericordes al pueblo, dejando que "huérfanos y viudas" se queden sin alimentos, abrigos ni fármacos, porque estos ladrones se duermen cansados de robar, y al amanecer continúan con tan sacrílego latrocinio.
Digo "sacrílego" porque juegan con la vida humana, don de Dios, haciendo que mueran madres en el parto por falta de insumos, o enfermos, por falta de medicamentos, pues todo lo han robado para ellos construirse mansiones, y celebrar opulentos banquetes, como los del rico Epulón delante del pobre Lázaro, dejando que mueran los pobres, de hambre, de frío, o de falta de atención médica, a pocos metros de sus sacrílegos festines.
¿Pueden estos comulgar?(!) ¿Puede un delito moral "público" pasar desapercibido para la Iglesia, sin que lo penalice, mientras se muestra intrasigente con un acto moral "privado", como lo es el acto sexual, entre parejas de "separados".
¿Por que no se invierten las sanciones?: que se deje para "el fuero interno", es decir la propia conciencia ante Dios, lo de la comunión de las citadas parejas; y se haga público el castigo de privar de la comunión a los delincuentes y mafiosos gobernantes que, si se bautizaron algunas vez, lo único que les queda de "cristiano" es un papel que certifica haber sido bautizados en tal parroquia.
Lo mismo dígase de la "impunidad" de legisladores cristianos, que siguen comulgando campantemente después de haber dado su voto favorable al aborto, a la eutanasia, al "matrimonio" gay, y otras inmoralidades similares: ellos también deberían ser públicamente sancionados, por contribuir al advenimiento de la "cultua de la muerte", totalmente opuesta a los planes del Dios de la Vida.
("Lo que no dice la Biblia", págs. 375-376 - Publicado en noviembre de 2007)
Quedamos pendientes acerca de lo que decida el Papa después del Sínodo de Octubre 2015.
Entonces volveremos a referirnos a este tema.
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
Ni casados, ni divorciados, ni solteros/ras, ni nadie deberiamos de comulgar al saber que estamos en falta con Dios..Pero mientras que la Doctrina de la Iglesia prohiba ciertas actitudes a los Catolicos; tambien seria sensato Obedecer..al fin y al cabo es Dios nuestro Señor quien va a Juzgar a cada uno/a de nosotros/as. El tiene la ultima palabra.
ResponderEliminarJuan Delvalle: coincido contigo en que el acercarse o no a comulgar debe quedar a cargo de la propia conciencia, que para eso Dios nos la puso, para distinguir entre lo que es bueno o malo.
EliminarPero en lo referente a las prohibiciones de la Iglesia, las mismas pueden cambiar y, de hecho, varias de ellas ya han cambiado, por lo cual, algunas de ellas, también deben quedar libradas a la propia conciencia MIENTRAS NO SEAN DOGMA DE FE.
Antiguamente, por ejemplo la Iglesia prohibía comulgar si uno no estaba en ayunas desde la medianoche, y hasta tomar agua rompía el ayuno. Después fue cambiando dicha prohibición, hasta su desaparición. No me extiendo citando otras más, pero hay muchas, especialmente en lo tocante a la sexualidad.
Con referencia a la privación de la Comunión en personas separadas y vueltas a unirse, cuando uno juzga que el motivo de la separación nunca estuvo en uno, sino en la pareja, que hizo abandono de hogar, por ejemplo, la propia conciencia y el sentido común nos llevan a admitir que no podemos quedar privados de comulgar de por vida, por el solo hecho de haber tomado otra pareja, indispensable, según el criterio de la persona abandonada, para el bienestar personal y el de los hijos.
Por eso en el Sínodo los Obispos van a discutir este tema, y el criterio de los Papas San Juan Pablo II y Francisco, es que debemos analizar este asunto "caso por caso", y "caminar junto a la persona que se encuentra dolida ante el fracaso del amor en su vida" y "no añadirle otro sufrimiento más privándole de la Eucaristía".
En todos nuestros actos, la propia conciencia es la que actúa como guía para que podamos discernir si estamos o no en falta, y en todos los casos es Dios quien nos juzgará personalmente.