Queridos amigos y lectores:
"Y se encarnó de María virgen, y se hizo hombre".
Muchas veces, desde mi juventud me he hecho esta pregunta:
¿qué necesidad había de que Dios se hiciera hombre?
¿qué necesidad había de que Dios se hiciera hombre?
Las respuestas que yo escuchaba eran casi siempre las mismas:
- Para darnos un testimonio de su amor
- Porque solamente dando su vida podía lavar los pecados del mundo
- Porque a través del Verbo quiso revelarnos su mensaje
- Para mostrarnos su rostro a través del rostro de su Hijo
- Y algunas otras...
Todas ellas son verdaderas, por supuesto, pero a todas les faltaba un dato contundente, es decir: EL DEMOSTRAR que esa era la manera indispensable y única para manifestarnos PLENAMENTE su amor.
Muchos años después, haciéndome siempre esa misma pregunta, surgió en mi mente una respuesta enteramente razonable y absolutamente satisfactoria.
Fue como una semillita, es decir, fueron solamente dos o tres frases, que contenían una explicación convincente al misterio de la Encarnación de Dios en el Verbo, a través de la virgen María.
Ese descubrimiento ocurrió en una fecha próxima a la Navidad del 2000, teniendo yo 59 años.
Y la respuesta, por tantos años buscada, vino a mi mente mientras estaba conduciendo mi vehículo, justamente en el semáforo de la avenida España casi General Santos.
Lo recuerdo nítidamente, tal como recordaría detalles del momento en el cual hubiera encontrado un gran tesoro.
Además, ese año hice en casa un pesebre especial: encima de la gruta de Belén puse un cartelito que decía: "Felicidades, Jesús, por tu 2000 cumpleaños".
Esta fue la semillita que me condujo a tan ansiada conclusión:
"Cuando uno ama profunda, sincera y fielmente a su pareja,
- 1. HACE POR ELLA TODO, ABSOLUTAMENTE TODO LO QUE LE PUEDA HACER FELIZ
- 2. NECESITA IDENTIFICARSE CON ELLA, ES DECIR, ASUMIR LA IDENTIDAD DE LA PERSONA AMADA
- POR LO TANTO: DIOS NECESITÓ HACERSE HOMBRE PARA HACERNOS FELICES
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1. EL AMADO LO HACE TODO POR LA AMADA
Al que ama de verdad, no se le escapa ningún detalle de aquello que pueda hacerle feliz a la persona amada.
Regalarle un libro que ella no estaba pudiendo conseguir, dedicarle una música, invitarle a hacer un paseo que ella dijo que le agradaría hacer, obsequiarle un fino perfume, o una entrada para un espectáculo cultural, artístico o deportivo de su preferencia, regalarle un ramo de flores recordando el primer beso, sorprenderle con algún gesto inesperado... y todo lo que imagine que pueda agradarle y ponerle contenta a esa persona.
¡Hasta el detalle más extraño o insólito!
No se reserva uno nada de cuanto se le ocurra, siempre que eso sea posible.
San Vicente de Paul dijo al respecto: "El amor es creativo hasta el infinito".
Eso significa que, cuando amamos, somos capaces de inventar miles de formas para demostrar nuestro amor: desde una florcita junto a la taza del desayuno, hasta dar la vida por la persona amada.
- SOMOS CAPACES DE DESCUBRIR TODO LO QUE PUEDA DEMOSTRAR NUESTRO AMOR,
- Y SE LO DAMOS, SIEMPRE QUE ESO ESTÉ A NUESTRO ALCANCE.
Es que no existe en el mundo riqueza más grande, sentimiento más potente, ni fuerza más creativa que el amor.
Nada puede colmarnos de mayor alegría que el "amar y ser amados", como decía San Agustín.
Pero hay una cosa que todos, absolutamente todos los que aman, sean de la cultura o de la raza que fuere, lo desean más que ninguna otra alegría:
ESTAR JUNTO A LA PERSONA AMADA TODA LA VIDA Y, SI FUERA POSIBLE, AÚN DESPUÉS DE LA MUERTE.
Es por eso que el JURAMENTO O CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL QUE NOS VINCULA A LA PERSONA AMADA LO EXPRESAMOS CON LAS SIGUIENTES PALABRAS:
"Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, amarte y respetarte todos los días de mi vida".
El esposo y la esposa se prometen vivir juntos toda la vida.
Trasladando a Dios toda esta espléndida realidad psicológica del sentimiento del amor entre los seres humanos, necesariamente debemos aceptar que Él, al crearnos, dándonos la vida, dándonos un cuerpo, nos hizo un regalo valiosísimo, porque, de esa forma, nos dio la posibilidad de disfrutar de todo lo que Él puso a nuestro alcance:
- el poder vivir en pareja expresándonos sexualmente el amor
- la alegría inmensa de tener hijos y formar una familia
- la belleza del amanecer y del ocaso
- la noche estrellada con miríadas de astros esplendorosos
- las montañas nevadas
- la polícroma vegetación
- los ríos y los mares
- los alimentos y las bebidas
- las riquezas materiales
- en fin, la tierra entera
"He aquí lo que he hallado de bien: que es bueno comer, beber y disfrutar, en medio de tantos afanes con que se afana el hombre debajo del sol los contados días que Dios le concede, pues esa es su parte, y el haber recibido de Dios riquezas y bienes materiales y la posibilidad de gozar de ellos, alegrándose con eso en medio de sus afanes, es también don de Dios, porque Dios le llenó de alegría el corazón" (Cap. 5, versículos 17 al 19).
Pero en medio de tantas bellezas, riquezas y alegrías,
Dios sabía que nos faltaba algo más:
- QUE ÉL MISMO VINIERA Y SE QUEDARA EN MEDIO DE NOSOTROS, porque, como dijimos anteriromente,
En uno de sus poemas, San Juan de la Cruz dice:
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
("Cántico Espiritual": recomiendo su lectura completa)
San Juan de la Cruz - Textos - Hispanoteca
hispanoteca.eu/.../San%20Juan%
- Y DIOS "DESCUBRIÓ" QUE VENIR A LA TIERRA HACIÉNDOSE UNO DE NOTROS, ESE GESTO SERÍA UN SUBLIME GESTO DE AMOR,
- Y COMO, SIENDO DIOS, PODÍA HACERLO,
- ENTONCES ¡LO HIZO! Es inconcebible que, pudiendo hacerlo, no lo hiciera.
- Y DIO SU VIDA PARA SALVARNOS,
COMO LO HARÍAMOS NOSOTROS PARA SALVAR A QUIEN AMAMOS
Pero Dios sabía que aún nos faltaba algo más:
- HABITAR CON NOSTROS PARA SIEMPRE,
COMO EL NOVIO DESEA QUEDARSE CON SU NOVIA TODA LA VIDA
¡Y CREÓ LA EUCARISTÍA!
En uno de mis poemas a la Eucaristía, compuesto en el Seminario salesiano de Córdoba, en 1959, teniendo yo 18 años, escribí:
"Para aliviar nuestras dolencias, para apagar la sed de amor que nos abruma;
Para inundarnos con tu lumbre los tristes ojos oprimidos por la angustia;
Para volcar en nuestras venas todo el torrente de tu Sangre y tu ternura;
Y para hablarnos en silencio con el calor de tus palabras más profundas,
Te has encarnado en esa Hostia, que tu presencia irresistible nos oculta.
En esa Hostia que en la boca tiene el sabor de las espigas ya maduras...
Pero en el alma que ha llorado ¡todo el consuelo de tu Luz y su dulzura!
Por tu venida se transforman en nuevos gérmenes de vida nuestras culpas;
Y nuestro amor se dignifica, porque eres Tú quien nos persigues y nos buscas,
Para morar en nuestros pechos, vivos albergues de tu mística Figura.
("Ruta de Luz", página 50).
Aquella Última Cena fue la Primera Misa de la Humanidad, en la cual el propio Jesús era la Víctima. Y decidió ofrecer la inmolación de su Cuerpo para salvarnos, y para quedarse eternamente con nosotros.
Los hermanos evangélicos celebran esto como una "recordación, o memorial" de aquél gran momento.
Los católicos creemos firmemente que en cada Misa se repite aquella Cena, y que el Pan que nos da el sacerdote en la boca, es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús, y que comemos, en forma de pan, no su cuerpo material, sino su Cuerpo resucitado.
De esta manera la Comunión Eucarística se convierte en una suerte de unión nupcial, como la del esposo con la esposa, que permite al Amado entrar en el santuario más íntimo de la Esposa, que es el alma de cada uno de quienes lo recibimos.
Y nuestro corazón le sirve de albergue, de gruta, y de Santuario, estableciéndose, de ese modo, una suerte de pregnancia divina, es decir: que nuestra alma lleva, dentro de sí, al Creador.
En síntesis:
- El Amado sabía que haciéndose hombre nos demostraría su amor
- podía hacerlo,
- y lo hizo.
2. EL AMADO NECESITA IDENTIFICARSE CON LA PERSONA AMADA
Cuando amamos a una persona como pareja, poco a poco queremos PARECERNOS A ELLA, IDENTIFICARNOS CON ELLA y vamos teniendo:
- los mismos gustos,
- las mismas canciones,
- los mismos pasatiempos,
- los mismos gestos,
- las mismas ideas,
- tomando incluso, a veces, algo de ella, como su pañuelo, su fotografía, un mechoncito de sus cabellos...
Esto demuestra que, cuando uno ama intensamente, EXISTE UNA NECESIDAD DE FUSIONARSE CON LA OTRA PERSONA.
En mi libro "Los sexos, una trampa mortal de la Nueva Era", en la página 234 digo:
En "Romeo y Julieta", de Shakespeare, surgió el amor "a primera vista", como un volcán incontenible en su máxima potencia de erupción. Nada ni nadie podrá ya detenerlo, pese a que ambos pertenecían a familias gravemente enemistadas. Ello no es barrera: se proponen trocar sus respectivos apellidos, Montesco (el de Romeo), y Capuleto (el de Julieta).
Ella, en un pasaje del segundo acto, le dice a su amado:
"¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué causa
te llamaste Romeo? De tu padre
olvídate. Reniega de su nombre,
o, si no quieres, y tu amor me juras,
dejaré de llamarme Capuleto".
Antes bien, sus autores, presintiendo que Dios mismo tomaría la fusión nupcial, como símbolo perfecto de su fusión con su Pueblo, es decir, con cada ser humano, lo expresa, con meridiana claridad en "El Cantar de los cantares":
"¡Béseme con los besos de su boca!
Mejores son que el vino tus amores;
mejores al olfato tus perfumes...
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¡Cuán hermosos son tus amores,
amada mía, novia!
¡Qué sabrosos tus amores! ¡Más que el vino!
¡Y la fragancia de tus perfumes, más que todos los bálsamos!
Miel virgen destilan
tus labios, novia mía.
Hay miel y leche
debajo de tu lengua".
¡Qué descripción tan divina y humana de las expresiones más íntimas del amor!
¡Cómo pueden llegar, varón y mujer, a fusionarse así, como "una sola carne"!
Un amor que trasciende la muerte.
Romeo y Julieta murieron por amor: Fusionados en la vida. ¡Fusionados en la muerte!
Amado Nervo, al morir su mujer amada, empezó a escribir un libro dedicado a "La amada inmóvil", en uno de cuyos pasajes le dice a "su muerta": "Y vayamos por la muerte de la mano, como fuimos por la vida: ¡sin temer!"
Empleando este lenguaje, el de la Psicología del amor nupcial, y el de la Biblia del amor divino, podríamos decir que
A DIOS LE PASÓ LO MISMO:
- QUISO IDENTIFICARSE CON NOSOTROS,
- HACERSE HUMANO,
- SER UNA SOLA CARNE CON NOSOTROS,
- COMO EL NOVIO CON LA NOVIA.
- SABÍA QUE IBA A LOGRAR ESA FUSIÓN CON LA HUMANIDAD: contigo, conmigo, con todos.
- Y COMO, SIENDO DIOS, PODÍA HACERLO,
- ENTONCES ¡LO HIZO!
POR TODAS ESTAS RAZONES, LLEGUÉ A LA CONCLUSIÓN DE QUE A DIOS LE FUE NECESARIO HACERSE HOMBRE.
SU AMOR INFINITO NO PUDO RESISTIR ESTE DESEO DE EXPRESARNOS, DE ESTA MANERA EXTREMA, PERO POSIBLE, SU AMOR A CADA SER HUMANO.
Espero haber contribuido con ustedes en el esclarecimiento de tan importante cuestionamiento que muchos, muchísimos se plantean.
Y les hago llegar esta primicia, como un regalo de Año Nuevo, ¡que ya está golpeando a nuestras puertas!
Les deseo un 2016 colmado de realizaciones, y de éxitos materiales y espirituales.
Un fuerte abrazo:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
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