Queridos amigos y lectores:
En vísperas de la Festividad de San Juan Bosco, a cuya gigantesca sombra he crecido desde mi niñez hasta hoy,
deseo dedicarle a este extraordinario Apóstol, que fue y será por siempre mi querido Padre y Maestro,
una recordación especial: Transcribiré algunos datos y pensamientos que escribí en el 2015,
con motivo del Bicentenario de su Nacimiento.
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Hoy comparto con ustedes la alegría de ser salesiano.
¡El júbilo de llevarlo a Don Bosco en mi corazón!
¡El júbilo de llevarlo a Don Bosco en mi corazón!
Y la dicha inmensa de haber sido contagiado, para siempre, de su divino carisma, que es el de dedicar la vida entera a trabajar infatigablemente y con alegría, en la dulce tarea de iluminar a todos aquellos que necesiten esclarecer alguna situación personal, algún problema, o mitigar algún inmenso dolor que les agobia.
Fue así como yo, habiendo estudiado con los salesianos, desde la infancia hasta la juventud, y habiendo discernido que mi vocación no era la del sacerdocio, a pesar de haber comenzado a recorrer dicho camino, como puede leerse en mi biografía, hoy me encuentro
- celebrando una suerte de sacerdocio laico,
- sirviendo a las almas como Psicoterapeuta,
- profesión que me ha brindado la feliz oportunidad de poder ayudar a tantas personas,
- incluyendo sacerdotes y religiosas,
EN HOMENAJE A MI QUERIDO PADRE DON BOSCO
CUYO NACIMIENTO AL CIELO CELEBRAREMOS,
PORQUE SIGUE VIVO EN NUESTROS CORAZONES,
TRANSCRIBO AQUÍ UN EXTENSO POEMA DEDICADO A ÉL,
QUE LO ESCRIBÍ A LOS 18 AÑOS, EN EL ESTUDIANTADO SALESIANO
"NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO", DE CÓRDOBA, ARGENTINA.
ODA A SAN JUAN BOSCO
"Fuit homo missus a Deo, cujus nomen erat Joannes" (Juan 1. 6)
("Fue un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan").
("Fue un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan").
La voz dolorida del mundo se eleva
pidiendo un pedazo del pan del Amor:
¡Y nadie la escucha! ¡El pan se le niega!
¡El mundo perece de hambre, Señor!
Lo piden los hombres, lo piden los niños,
ansiosos de vida, de luz, de verdad.
¡Y faltan obreros! ¡Y falta ya el trigo!
No hay nadie que sepa su anhelo colmar.
Mas todos esperan y todos confían
que nunca tu gracia les harás faltar:
¡Su fe ya presiente que un nuevo Mesías
dirá el evangelio de tu Caridad!
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Y fue una mañana tranquila de agosto:
humilde, una casa, cual otro Belén
miró el nacimiento del Niño que a todos
daría el aceite de aromado bien.
Alzóse, de entonces, la nueva figura:
y el tiempoo muy pronto trazó su perfil...
¡Y elevó Don Bosco su enorme estatura
de Nuevo Profeta, para bendecir!
Y "fue el hombre enviado por Dios, cuyo nombre
era Juan", el mismo que el del Precursor:
su temple era recio. Su fibra, de roble.
Su lema, las almas. Su escudo, el amor.
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"¡Hosanna!", clamaron los niños a coro,
"Bendito el que viene en el nombre de Dios..."
Y el mundo asombrado contemplo a Don Bosco,
y lleno de gozo, también lo aclamó.
Ya pasa el Apóstol repartiendo vida,
dando a los hambrientos la fuerza del Pan
de albura infinita, de la Eucaristía,
¡y hasta los pequeños lo recibirán!
Las manos abiertas prodigan bondades;
sus labios divinos sonríen nomás;
su dulce palabra restaña los males
de la dolorida, triste humanidad.
¡Qué pronto se puebla la tierra de lirios!
¡Cuán rica sazona la Mies del Señor!
Es que el enviado de Dios ha venido,
y el mundo, a su paso, floreció de amor.
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¡Don Bosco! tu nombre quedará grabado:
mil generaciones lo repetirán,
para proclamarte como el nuevo Santo
de la Eucaristía y de la bondad.
Resuene en el orbe la voz de la gloria,
se agiten las palmas, y alfombren tu pie
las rosas, los lirios, y canten victoria
tus hijos, haciendo diadema a tu sien.
(Vignaud, Córdoba -1959)
Pídele a Dios, te lo suplico en tu Festividad, el regalo de que podamos seguir salvando almas, como tú lo hacías, porque las olas embravecidas del tempestuoso mar del mundo, se agitan hoy con inusitada furia, dirigida a destruir todos los valores más sublimes de la humanidad, especialmente en el alma de los niños y de los jóvenes, que han sido tu tesoro.
Te ruego también que bendigas a mis formadores de la infancia y de la juventud, sacerdotes salesianos todos ellos: los que ya comparten contigo la Vida eterna, y los que aún siguen lidiando en esta tierra. Ellos sembraron en mi alma la inconmensurable riqueza de tu carisma que hoy sigue vivo en mí.
¡Danos esa ayuda, Padre amadísimo!
Un cordial abrazo a todos mis amigos,
especialmente a los exalumnos salesianos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
¡Danos esa ayuda, Padre amadísimo!
Y yo, con fervor digo tu lema:
"Da mihi animas, coetera tolle": Dadme almas, y llevaos lo demás.
"Da mihi animas, coetera tolle": Dadme almas, y llevaos lo demás.
especialmente a los exalumnos salesianos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
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