Queridos amigos y lectores:
Basílica de María Auxiliadora de Turín, Italia, construida por iniciativa, dinamismo, y empuje de Don Bosco.
Hoy es Fiesta salesiana.
Don Bosco, el santo Fundador de la Congregación salesiana, la tomó a María Auxiliadora como Maestra y guía.
El tenía una fe extraordinaria en la Madre de Dios bajo esta advocación. Tanto que, no teniendo bienes materiales ni dinero, construyó hogares u Oratorios para niños callejeros, a quienes les daba de comer, y les educaba en los principios evangélicos, para que se convirtieran en "buenos cristianos, y honestos ciudadanos".
La Divina Providencia le enviaba todo el dinero necesario para proseguir sus obras, entre las cuales se encuentra la grandiosa Basílica de María Auxiliadora, en cuya construcción derrochó tanta Fe como energía.
Contemplando tan grandiosa obra, ya casi al final de su vida, comentaba: "¡TODO LO HA HECHO MARÍA AUXILIADORA!"
Este santo Padre y Maestro de la juventud solía repetir en sus pláticas:
”Tened fe en María Auxiliadora y veréis lo que son los milagros”
“María Auxiliadora no nos ha despedido nunca con las manos vacías”
”Confiad en María Auxiliadora y lo que no pueden hacer los médicos, lo sabrá hacer ella”
”Cuando María ruega, todo se obtiene, nada se niega”
”Tened fe en María Auxiliadora y veréis lo que son los milagros”
“María Auxiliadora no nos ha despedido nunca con las manos vacías”
”Confiad en María Auxiliadora y lo que no pueden hacer los médicos, lo sabrá hacer ella”
”Cuando María ruega, todo se obtiene, nada se niega”
Como sencillo y amoroso homenaje a nuestra Madre, transcribo aquí uno de los poemas que yo solía recitar, siendo niño y adolescente, en el Aspirantado salesiano:
Alberto Risco, S.J.
Eres el faro en los revueltos mares,
medicina en el lecho de agonía,
luna en las noches de tiniebla fría,
norte de nuestra vida en los azares.
Jamás se oyó decir que a tus altares
acudiese algún hijo, Madre mía,
que no haya visto al punto, en alegría
convertidos su llanto y sus pesares.
Llámete el mundo refulgente Aurora,
y Rosa, y Lirio y diamantina Estrella,
y te llame su Reina y su Señora.
Que uniendo yo las gracias que atesora
tu alma, en otra advocación más bella,
te he de llamar: ¡María Auxiliadora!
Cordiales saludos, y a mis hermanos salesianos,
un fraterno abrazo:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
Dr. Francisco Oliveira y Silva
No hay comentarios:
Publicar un comentario