JIM CAVIEZEL, ACTOR DE "LA PASIÓN", SE PARECE A JESÚS.
HABLA ANTE TRES MIL JÓVENES, INVITÁNDOLES A SER "GUERREROS".
Solemos escuchar que ciertos actores de cine, terminada la filmación de una película, se han llegado a identificar tanto con su personaje, que en la vida real ¡actúan como dicho personaje lo haría!
El Papa Francisco, en su reciente visita a Chile, comentó un consejo que solía dar el santo chileno Alberto Hurtado: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?"
Esa pregunta, señaló el Papa, ayuda a tomar decisiones correctas a la luz de la conducta que adoptaría Jesús en las diversas circunstancias por las que atraviesa el ser humano en esta vida.
El actor Jim Caviezel, que hizo el papel de Jesús en la famosa película "La Pasión", de Mel Gibson, no solo cambió su vida actuando como lo hubiera hecho Jesús, sino que hablaba a las personas usando un lenguaje y hasta gestos propios del Señor.
En una de las muchas entrevistas que le hicieron después de haberse difundido esa película, le preguntaron, si ¿en qué cambio su vida después de haber filmado esta película? Caviezel respondió: "En que no sería capaz de hacer nada que ofenda a Jesús o a su santísima Madre".
Aquí les presento otra prueba
Cuando se presentó ante el auditorio fue admirable su ademán inicial saludando a la gente, y pidiéndole silencio, y el mensaje que les dirigió. Su gesto y sus palabras han sido muy semejantes a los gestos y las palabras del Divino Maestro al cual representó en la citada película.
COPIO AQUÍ LAS PALABRAS FINALES DE SU DISCURSO ANTE MILES DE JÓVENES
Alegato final de Jim Caviezel (a partir del minuto 8:43)
Chicos, hubo mucho dolor y sufrimiento antes de la Resurrección. Vuestro camino no será diferente, así que aceptad vuestra cruz y caminad hacia vuestra meta.
Quiero que salgáis a este mundo pagano, quiero que tengáis la valentía de ir a este mundo pagano y mostréis en público, sin vergüenza, vuestra fe. El mundo necesita guerreros orgullosos animados por su fe. Guerreros como San Pablo y San Lucas, que arriesgaron su nombre y su reputación para llevar al mundo su fe y su amor por Jesús.
Dios nos llama a cada uno de nosotros, a cada uno de vosotros, a hacer grandes cosas, pero ¡con cuánta frecuencia fallamos en nuestra respuesta, descartándola como una ocurrencia! Es hora de que nuestra generación acepte la llamada de Dios urgiéndonos a todos a entregarnos enteramente a Él y ver su dulce mano guiando vuestro camino.
Pero antes también debéis hacer el compromiso de empezar a rezar, a ayunar, a meditar en las Sagradas Escrituras y a tomaros en serio los Santos Sacramentos. Porque ahora somos una cultura en decadencia. Nuestro mundo está aferrado al pecado. Dios nos está llamando a cada uno de nosotros a entregarnos totalmente a Él y con qué frecuencia le ignoramos, ignoramos su dulce llamada. El gran santo de Auschwitz, San Maximiliano Kolbe, dijo que la indiferencia es el gran pecado del siglo XX. Queridos hermanos y hermanas, también es el gran pecado del siglo XXI. Debemos sacudirnos esta indiferencia, esta tolerancia destructiva del mal. Solo nuestra fe en la sabiduría de Cristo puede salvarnos. Pero exige guerreros dispuestos a arriesgar su reputación, su nombre, incluso nuestra propia vida para proclamar la verdad.
Apartaos de esta generación corrupta. Sed santos. Fuisteis creados para serlo, nacisteis para brillar. Porque ahora en nuestro país nos hace muy felices seguir la corriente. Hemos elevado un templo a la libertad donde todas las opciones son iguales sin importar cuáles sean las consecuencias. ¿Creéis de verdad que esa es la verdadera libertad? El Papa Juan Pablo Magno dijo que la democracia no puede sostenerse sin un compromiso compartido con ciertas verdades morales sobre la persona humana y la comunidad humana. La cuestión básica que se plantea a una sociedad democrática es cómo vivir juntos buscando respuesta a esto: ¿puede la sociedad excluir la verdad moral y la razón moral? Cada generación de americanos debe saber que la libertad existe no para hacer lo que te apetezca, sino para tener derecho a hacer lo que debes. La libertad que deseo para vosotros es que seáis libres del pecado, libres de vuestras debilidades, libres de esta esclavitud en la que nos convierte a todos el pecado. Esa es la libertad por la que vale la pena morir.
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Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
Dr. Francisco Oliveira y Silva