Queridos amigos y lectores:
DOMINGO DE RAMOS: DAMOS INICIO A LA SEMANA SANTA
PROCLAMANDO REY A JESÚS
Dios se manifestará en nuestro corazón que le abrió sus puertas,
con la ternura de una madre que cuida a su bebecito.
"Yo no te abandonaré jamás"
(Isaías 49:15)
DIOS HOY NOS DICE:
"MIRA QUE ESTOY A TU PUERTA Y LLAMO" (Apocalipsis 3:20)
Abrámosle, de par en par, la puerta de nuestro corazón exclamando: ¡Entra, Señor, y reina!
______________________________
Semana Santa:
Asumimos, con la dolorosa Pasión de Jesús,
la aflicción de tantas personas que sufren
a causa de la pandemia mortal, y de agobiantes problemas personales o familiares.
ASÍ COMIENZA LA SEMANA MAYOR, O SEMANA SANTA,
CONTEMPLANDO LOS MOMENTOS FINALES DE LA VIDA DE JESÚS EN LA TIERRA: SU PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN.
LOS RAMOS SIMBOLIZAN QUE LO PROCLAMAMOS NUESTRO REY, REVIVIENDO LOS MOMENTOS DE SU ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN, A LA CUAL NOS UNIMOS, CON EL RITO DE LAS PALMAS, EXCLAMANDO:
"HOSANNA AL HIJO DE DAVID. BENDITO EL QUE VIENE
EN NOMBRE DEL SEÑOR; HOSANNA EN LAS ALTURAS" (Mateo 21:9).
- CON EL DOMINGO DE RAMOS COMIENZA LA SEMANA SANTA.
- LO PROCLAMAMOS REY A JESÚS,
- Y LE ABRIMOS LAS PUERTAS DE NUESTROS CORAZONES, DICIÉNDOLE:
"ENTRA, SEÑOR"
(Autor anónimo)
Entra, Jesús, el día ya declina,
el astro rey hacia el ocaso inclina
su brillante fulgor;
no pases adelante, que anochece;
toma un descanso que el amor te ofrece;
¡entra en casa, Señor!
Entra en casa, Señor, y si cerradas
hallas tantas moradas,
que un asilo a su Dios quieren negar…,
olvida entre nosotros su desvío;
mientras tengamos casa, Jesús mío,
¡Tú tendrás un hogar!
Entra, Señor; mas no como mendigo:
nuestro Rey, nuestro Padre, nuestro Amigo,
nuestro Todo serás;
que si el error levanta sus banderas,
en este hogar Tú reinas y Tú imperas,
y homenajes y amor encontrarás.
Entra, Señor; aquí todos te amamos,
y pues Rey te aclamamos
de esta humilde mansión,
ya nuestros corazones se han ligado
y de su amor un trono te han formado,
coloca en él, Señor, tu Corazón.
Colócalo, Señor, y no receles,
somos vasallos fieles:
no encontrarás aquí ningún traidor;
antes morir queremos que dejarte,
antes morir queremos que negarte,
divino Rey de amor.
Y si el mundo y los suyos te persiguen,
y si a este umbral quizá llegar consiguen,
a Ti no llegarán,
que sabrán defenderte nuestras vidas;
los filos de sus armas deicidas,
no tu pecho, los nuestros herirán.
Entra, Señor; estemos siempre unidos,
mezclados, enlazados, confundidos,
de ese Pecho al calor;
viviendo todos de tu misma vida
como vive adherida
la enredadera al tronco bienhechor.
Juntos así el destierro cruzaremos,
así contigo juntos gozaremos
las dichas que nos des,
y si el dolor empaña nuestros ojos,
juntos también pondremos sus despojos
como perlas humildes a tus pies.
Entra, Señor; ya izamos tu bandera;
entra, Señor, y manda, reina, impera
en este pobre hogar:
pobre será, tal vez desconocido,
pero con tu presencia enriquecido,
y muy feliz, porque te sabe amar”.
“Los reinos de este mundo a veces se basan en la prepotencia, en la rivalidad, opresión.
El reino de Cristo, es un “reino de justicia, de amor y de paz”.
Jesús se ha revelado como rey en la Cruz. Quien mira la Cruz de Cristo no puede dejar de ver la sorprendente gratuidad del amor.
Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia del Cruz y en la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, también frente al rechazo, y que parece como el cumplimiento de una vida gastada en el total ofrecimiento de sí mismo a favor de la humanidad…” (Papa Francisco)
Me permito recordarles que DIOS CUENTA TODAS NUESTRAS LÁGRIMAS Y, COMO REY DE NUESTRAS VIDAS, CONVERTIRÁ ESAS LÁGRIMAS EN DIAMANTES.
“Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro.” Salmo 56:8
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
No hay comentarios:
Publicar un comentario