Queridos amigos y lectores:
La santidad es una meta al alcance de todos.
"Si isti et istae, cur non ego?": "Si estos y estas, por qué no yo?" (San Agustín)
Santo Domingo Savio |
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Aclaraciones previas
Desde niño me interesó mucho saber si ¿qué hay que hacer para llegar a los altares, es decir: cómo llegar a la santidad?
No me interesaba, por supuesto, que mi estatua estuviera en algún altar, sino ¿cuáles fueron las cosas maravillosas que habrán hecho aquellos que están en los altares, y llevan ahora el nombre de santos? En el templo había varias de esas imágenes.
Estaba yo, en aquél tiempo, haciendo la escuela primaria en Salesianito, y los sacerdotes nos enseñaban, con palabras y ejemplos, los más altos valores cristianos. Y nos alentaban a alcanzar la santidad.
Nos hablaban mucho de Domingo Savio, un niño educado por Don Bosco, que murió a los 15 años, y que se encontraba entonces en camino a los altares, es decir, que su vida estaba siendo analizada por los expertos para declararla como ejemplar y digna de ser imitada.
Hoy ese niño es Santo Domingo Savio.
Estando en cuarto grado, le manifesté al Director, Padre Rogelio Duarte, mi interés por ser sacerdote como él.
Fue así como llegué a convertirme en seminarista niño, en el Instituto Nuestra Señora del Rosario, Seminario menor en Córdoba, Argentina. Habiendo cursado toda la primaria y el Ciclo Básico, fui admitido al Noviciado, teniendo 16 años, y vestí la sotana propia de los clérigos. ¡Fue un día inolvidable!
El resto de mi trayectoria figura en mi blog: www.francisco.oliveiraysilva.com
Hice esta pequeña introducción porque en ese Noviciado salesiano, el primer día de mi llegada, me ocurrió algo muy interesante para satisfacer mi curiosidad acerca de la santidad. Al frente del salón de estudio se divisaba un llamativo cartel que decía:
"LA SANTIDAD CONSISTE EN HACER TODAS LAS COSAS BIEN HECHAS, Y POR AMOR A DIOS".
Esa definición me pareció tan simple y fácil, que me acerqué al Padre Maestro de Novicios y le pregunté si ser santo ¿era tan fácil como lo señala el cartel del salón de estudio? Me respondió que sí y que me empeñara en llevar eso a la práctica diariamente. Que ese era el secreto: "No pretender hacer cosas extraordinarias, sino hacer las cosas ordinarias extraordinariamente."
Desde entonces hasta hoy, me he empeñado en cumplir dicha consigna.
Y les puedo asegurar que su puesta en práctica, no solo es fácil, sino que nos permite vivir con alegría y en paz.
Pero mi objetivo no es hablar de mí, sino de algo que acabo de leer en un medio católico y que se relaciona con mi curiosidad del pasado: se trata de una de las homilías del Papa Francisco durante su visita a Irak.
Habló de LAS BIENAVENTURANZAS. Y sus palabras vinieron a refirmar el secreto referente a la santidad.
Entonces vino a mi mente el deseo de escribir este artículo.
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LAS BIENAVENTURANZAS
Definición de bienaventuranzas: Las bienaventuranzas son los caminos, señalados por Jesús, que nos conducen a la santidad y a la felicidad eterna. Siendo Él el Camino, la Verdad y la Vida, al practicar nosotros las bienaventuranzas señaladas por Él, estaremos manifestando en nuestro accionar diario el rostro de Jesús mismo, convirtiéndonos en "otro Cristo".
ESTAS SON LAS BIENAVENTURANZAS:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
(Mt 5, 3-12).
FRAGMENTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO
"Pero, ¿cómo practicamos las bienaventuranzas?
Estas no nos piden que hagamos cosas extraordinarias, que realicemos acciones que están por encima de nuestras capacidades. Nos piden un testimonio cotidiano.
Bienaventurado es el que vive con mansedumbre, el que practica la misericordia allí donde se encuentra, el que mantiene puro su corazón allí donde vive.
Para convertirse en bienaventurado no es necesario ser un héroe de vez en cuando, sino un testigo todos los días. El testimonio es el camino para encarnar la sabiduría de Jesús.
Así es como se cambia el mundo, no con el poder o con la fuerza, sino con las bienaventuranzas.
Porque así lo hizo Jesús, viviendo hasta el final lo que había dicho al principio. Se trata de dar testimonio del amor de Jesús, aquella misma caridad que san Pablo describe de manera tan hermosa".
LAS BIENAVENTURANZAS NOS LLEVAN A LA VIDA PLENA Y ETERNA
«Allí descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos; amaremos y alabaremos.
He aquí lo que acontecerá al fin sin fin.
¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin?
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva