¿Por qué el 24 de mayo?
La fiesta de María Auxiliadora fue fijada el 24 de mayo por el Papa Pío VII en memoria de su regreso a Roma (24 de mayo de 1814) después de su encarcelamiento bajo Napoleón en Fontainebleau.
Originalmente la fiesta se limitaba a la Iglesia de Roma, pero pronto fue adoptada por las diócesis toscanas (1816) y luego se extendió a la Iglesia universal.
La devoción a María Auxiliadora, la Virgen de Don Bosco, que tanto propagó el fundador de la Congregación Salesiana gracias a su madre, Mamá Margarita, sigue inquebrantable entre todos los que tienen algún contacto con una obra salesiana. Mamá Margarita le inculcó ese amor y esa devoción por la Virgen en las oraciones y en la vida diaria. Y la Auxiliadora fue, desde el principio, el centro de la gran obra de Don Bosco.
Todo comenzó cuando Don Bosco tenía 9 años. En un sueño vio que la Virgen ya le indicaba su vocación: sería sacerdote. Años más tarde, la Virgen le habló en otro sueño, le dijo que quería ser honrada con el título de “Auxiliadora” y le señaló el lugar para que se construyera en Turín un templo dedicado a Ella, la actual Basílica de María Auxiliadora.
FUENTE:
Don Bosco y el sueño de los 9 años que marcó el inicio de la obra salesiana
“A la edad de 9 años tuve un sueño que quedó profundamente grabado en mi mente para toda la vida. Me pareció estar cerca de mi casa; en un amplio patio en el que una gran muchedumbre de niños se divertía. Unos reían, otros jugaban y no pocos blasfemaban. Al oír aquellas blasfemias me arrojé inmediatamente en medio de ellos, empleando mis puños y mis palabras para hacerlos callar”.
A aquella siguió la aparición de un hombre al que Don Bosco describe de “aspecto venerado, edad viril y noblemente vestido”. Su figura estaba cubierta por un manto blanco y la luminosidad de su rostro era tal, que era imposible divisar sus rasgos fisionómicos. Ese hombre le llamó por su nombre y le mandó a colocarse al frente del grupo de chicos.
—No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad deberás ganarte a estos amigos tuyos. Ponte, pues, inmediatamente a hacerles una instrucción sobre la fealdad del pecado y sobre la belleza de la virtud—le dijo.
Sorprendido por las palabras del hombre, incrédulo y considerándose incapaz de cumplir su petición, Don Bosco le respondió.
—¿Quién sois vos, que me mandáis a una cosa imposible?—contestó, mientras que los niños de su entorno paraban de pelear y se reunían alrededor del hombre.
—Precisamente porque tales cosas te parecen imposibles, debes hacerlas posibles con la obediencia y la adquisición de la ciencia.
—¿En dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?
—Yo te daré la maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio, y sin la cual toda sabiduría se convierte en necedad.
—Pero ¿quién sois vos, que me habláis de esta manera?
—Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día.
—Mi madre me dice que sin su permiso, no me junte con los que no conozco. Por tanto, decidme vuestro nombre.
—El nombre pregúntaselo a mi Madre—añadió el hombre.
En ese momento, una mujer de apariencia majestuosa apareció. Su imagen era resplandeciente, vestía un manto refulgente y al verle a Don Bosco aturdido por lo que sucedía, le indicó que se acercara a ella. Él lo hizo y la mujer tomó las manos del pequeño entre las suyas.
—Mira—le dijo, y entonces Don Bosco visualizó que los chicos ya no estaban, en su lugar habían perros,gatos, osos y más tipos de animales—. He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar: Hazte humilde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos—concluyó.
Don Bosco atisbó a su alrededor y notó que no quedaba rastro de ningún animal salvaje, en su lugar habían corderos que con algarabía danzaban alrededor del hombre y la mujer. Ante esto, el pequeño rompió en llanto y pidió que le explicase todo aquello de una forma que fuera comprensible para él. La mujer, se acercó a él y le dijo:
—A su tiempo lo comprenderás todo.
Extraído del libro de Don Bosco “Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales”.
REFLEXIÓN: Que cada día de este Mes de la Auxiliadora, recemos un Ave María, implorando a la Virgen su auxilio para que brinde su poderosa protección a nuestra Madre Iglesia que hoy está sufriendo los terribles efectos de graves ataque diabólicos.
Mañana desarrollaré el tema referente a estos ataques infernales.
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.