martes, 15 de agosto de 2023

HOY CELEBRAMOS A LA VIRGEN MARIA LLEVADA EN CUERPO Y ALMA AL CIELO

 

Queridos amigos y lectores:

HOY CONMEMORAMOS UN GRANDIOSO SUCESO:
MARÍA ES LLEVADA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA

El hecho de "ser llevada", que en latín se dice "asumptio",  y en castellano "asunción", es un fenómeno tan grandioso, no solo porque nos permite tener la certeza de que Ella, nuestra Madre, está viva en cuerpo y alma, tal como lo estuvo en su niñez y juventud, especialmente cuando el ángel le anunció que de ella nacería Jesús, y cuando nació en Belén nuestro divino Redentor, sino porque nos permite disfrutar de esta maravillosa verdad: que también nosotros estaremos allá, en cuerpo y alma, como lo están ella y su Hijo Jesús, "primicia de nuestra resurrección".

La muerte, por lo tanto, es solo el paso de un estado de vida a  otro, así como lo es el paso de la niñez a la adolescencia, a la adultez y a la ancianidad.
Son simples etapas, siendo la muerte la última de ellas, y la que nos permitirá salir de este "valle de lágrimas", para gozar eternamente de todo aquello que merezcamos, según hayamos vivido, sirviendo al prójimo, en nuestra vida terrena. 
El Papa Pío XII declaró este Digma, en el año 1950. Lo hizo con estas palabras:

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
 
Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:
 
"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).
 
La importancia de la Asunción para nosotros, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.


Me permito compartir aquí un extenso artículo que escribí y publiqué en mi blog, el 15 de agosto de 2017.
Espero les sirva para meditar en todo lo que representa para el universo la Asunción de María a los Cielos:

La Biblia no cuenta nada acerca de la muerte de María.
Pero una tradición muy bien fundada, nos asegura que murió y fue llevada a la tumba.
Al cabo de tres días ¡la tumba estaba vacía!, como ocurrió con Jesús. Se dio por absolutamente cierto que los ángeles se la llevaron al Cielo.
Ese fenómeno se conoce con el nombre de "Asunción al Cielo", del latín "assumptio" que significa "ser elevado".

Les invito a repasar esta tradición con el siguiente pps., escuchando un coro que canta una música muy dulce.
https://youtu.be/qdgFdwDO9Lc

MI COMENTARIO:

¡El silencio de María¡El silencio!
En medio del torbellino de actividades y preocupaciones en el que, a veces, nos vemos envueltos, necesitamos el silencio. ¡Lo necesitamos con urgencia! porque solo en el silencio, el corazón reposa, y todo vuelve a recobrar la calma.

María, la que fue "assumpta" a los Cielos, es una ejemplar maestra del silencio, como lo leemos en la Biblia:

 
-- "María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón" (Lc. 2,19).
-- "Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" 

(Lc. 2,51).
¡El valor del silencio! ¡La importancia del silencio!
"Non in commotione Dominus": 
"El Señor no está en la conmoción, en el terremoto".
Les invito a leer el siguiente relato tomado de la Biblia (I Reyes, 19: 11-13):

"Díjole el Señor: sal fuera y ponte en el monte... va a pasar el Señor. Pasó un viento fuerte y poderoso que rompía los montes y quebraba las peñas; pero no estaba el Señor en el viento. Y vino tras el viento un terremoto; pero no estaba el Señor en el terremoto. Vino tras el terremoto un fuego, pero no estaba el Señor en el fuego. Tras el fuego vino un ligero y blando susurro. Cuando lo oyó Elías, cubrióse el rostro con su manto, y saliendo, se puso en pie a la entrada de la caverna, y oyó la voz del Señor".

EL SEÑOR VIENE ENVUELTO EN EL SILENCIO.
Podría escribirse mucho sobre este tema, pero prefiero poner a consideración de ustedes, algunos brochazos del arte poético y musical, invitándoles a reflexionar acerca de la importancia del silencio, como un homenaje a la Virgen de la Asunción, Madre del silencio, para que nos enseñe a encontrarlo a Jesús en el silencio de nuestros corazones.

* De un poema titulado "Silencio", de Francisco Luis Bernárdez, poeta argentino, escojo la siguiente estrofa:

No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar, quédate mudo:
que un silencio sin fin sea tu escudo
y al mismo tiempo, tu perfecta espada.


* En una canción titulada "Madre del silencio", de Luis Hernán Muñoz, compositor chileno, escucharán un bellísima canción que enaltece el valor del silencio, del cual la Madre de Dios es un maestra y modelo:

  • AQUÍ LES COPIO LA LETRA DE ESA CANCIÓN:
Madre del Silencio

Como una tarde tranquila,
como un suave atardecer,
era tu vida sencilla
en el pobre Nazareth;
y en medio de aquel silencio,
Dios te hablaba al corazón.

Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.

Enséñanos, Madre buena,
cómo se debe escuchar
al Señor cuando nos habla
en una noche estrellada,
en la tierra que, dormida,
hoy descansa en su bondad.

Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.

Y sobre todo, María,
cuando nos habla en los hombres:
en el hermano que sufre,
en la sonrisa del niño,
en la mano del amigo,
y en la paz de una oración.

Virgen María, Madre del Señor
danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz
para escuchar al Señor


LOS JÓVENES QUE INTERPRETARON TAN BELLA CANCIÓN NOS OFRECEN EL SIGUIENTE COMENTARIO


Esta hermosa canción, compuesta por el chileno Luis Hernán Muñoz, ha traspasado fronteras con un mensaje de particular relevancia para nuestros tiempos: pedirle a la maestra de oración, es decir, a la Virgen María, que nos enseñe a rezar.

El texto de la canción es un verdadero poema, dirigido con confianza a la Madre de Dios pidiéndole que nos conduzca hacia su divino Hijo. Como en las mejores obras de arte cristiano que retratan a la Virgen Madre, el centro de esta canción mariana es siempre Jesucristo. Si nos fijamos con atención, el texto del coro es una súplica incesante a María a fin de que nos conceda su silencio y su paz interior para escuchar la voz suave de Dios:

Virgen María,Madre del Señor,
Danos tu silencio y paz
para escuchar su voz;
danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.

Ahora bien, ¿en qué consiste esa voz de Dios? Como nos explica la Carta a los Hebreos, Dios nos ha hablado ha hablado de muchas maneras; pero en este último tiempo, nos ha dado su Palabra definitiva: Jesucristo (Hb 1, 1-2). Sí, Jesús es la Palabra de Dios hecha carne, en quien Dios nos lo ha dicho todo (Jn 1, 14). Con este canto nos dirigimos a María para que nos enseñe a escuchar a Cristo Nuestro Señor, la voz de Dios. Efectivamente, la Virgen ha sabido contemplarlo de un modo singularísimo y con una intimidad que supera toda capacidad de comprensión, pues ella no sólo ha escuchado su palabra, sino que más aún, la ha acogido en sus propias entrañas.
El arreglo de la canción ha pretendido ser un medio para que este mensaje llegue al oído y al corazón con claridad. 

--- En la primera estrofa, la escasa presencia de instrumentos y la sencillez de la guitarra subrayan el “suave atardecer”, “la vida sencilla”, el silencio y la pobreza. 

--- La segunda estrofa trata de colocarnos en la quietud de la noche, quietud que carece de sonidos exteriores, pero que exulta interiormente por la belleza de las estrellas. Esta estrofa retrata perfectamente el silencio interior de María, en el que la voz de Dios se dejaba escuchar con toda claridad. Para ilustrarlo, los movimientos del clarinete y el acordeón son graduales, delicados, como desgranando con cuidado los tesoros del corazón. El trino del clarinete sugiere la noche, con la vida secreta de los animales y plantas que despiertan mientras nosotros descansamos, reflejo de la presencia de Dios aún en la más cerrada oscuridad: “ni la misma tiniebla es tenebrosa para ti, y la noche es luminosa como el día” (Sal 139, 12).

--- La tercera estrofa es un ruego profundo a María para que nos ayude a escuchar la voz de Dios, que se expresa de modos tan diversos y misteriosos. Los instrumentos tratan de marcar la riqueza de la multifacética naturaleza de la vida terrena: el trazo del acordeón marca la presencia divina en todas las cosas, la aspereza del cello subraya el dolor del hermano, y la dulzura del clarinete acompaña la sonrisa del niño. El contracanto masculino, que añade novedad a la tercera exposición de la estrofa, hace patente la intención del poema de incluir a los hermanos en la perspectiva del encuentro con Jesús.

--- Todos los estribillos son cantados por un coro, que representa una multitud de personas que piden a María la gracia de recibir “su silencio y paz” para escuchar la voz de Dios. Es la misma multitud que vive en un mundo lleno de ruidos y distracciones, un mundo que no permite el silencio interior, un mundo verdaderamente alienante. Ya no nos resulta estar solos: rápidamente acudimos al teléfono móvil y navegamos por un universo infinito de información, tan amplio y tan atrayente que nos olvidamos de un universo aún más grande y verdadero: el de la propia alma y el del insondable ser de Dios.

En medio de estas dificultades nunca antes vistas, y en el marco de una humanidad que parece ir perdiendo la fe, volver a la oración no es una asignatura optativa. Cristiano que no reza, cristiano que probablemente dejará de serlo. Y quién mejor que la propia Virgen María, modelo de oración, que nos enseñe cómo escuchar la voz de su Hijo. Mirando su ejemplo aprenderemos a hacer silencio, a llevar una vida más sencilla, a escuchar al Señor en los atardeceres, en la noche y en las estrellas, en los hermanos que sufren, en los niños y en el amigo.

Virgen María, ¡danos tu silencio y paz para escuchar Su voz!

QUERIDOS AMIGOS:

Estoy seguro de que habrán sacado provecho de todas estas reflexiones bíblicas, poéticas, y musicales,  con las cuales me dispuse a rendir un HOMENAJE A MARÍA, CUYA ASUNCIÓN AL CIELO HOY CELEBRAMOS.


Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.

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