Queridos amigos y lectores:
Nuestra Señora de los milagros de Caacupe.
Hoy es un día esplendoroso, porque celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
Por tal motivo, me permito
- hacer algunas breves reflexiones,
- y publicar un poema que acabo de escribir, hoy 7 de diciembre de 2023, siendo las 20.00 horas.
El Padre José Kentenich le dio a la Virgen María el hermoso nombre de La Mater.
Acertada expresión, porque la Iglesia también la nombra con la advocación de Mater Ecclesiae, Madre de la Iglesia.
Ella es también Madre de Dios, Madre nuestra y Madre del Mundo.
Le añadió, posteriormente, otra denominación más: "Mater ter admirabilis", que significa "Madre tres veces admirable". ¿Por qué "tres veces"?
Responde el Padre: Porque es admirable
* Como Madre
* Como Reina, y
* Como Educadora.
Sí: ella fue la educadora de Jesús niño y adolescente: entonces debe ser considerada también, con justa razón, educadora nuestra.
Si cada uno de nosotros, antes de cada decisión o de cada emprendimiento, nos preguntáramos:
- ¿Qué me aconsejaría mi Madre educadora?
- ¿Qué haría la Mater en mi lugar?",
Estoy seguro de que podríamos discernir mejor, y tomaríamos la opción más apropiada.
Leemos en el Apocalipsis (12, 1-9):
"Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
"Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios..."
En mi juventud, en 1962, escribí un extenso poema al respecto.
En unas de sus estrofas se lee:
"San Juan, el de los sueños pavorosos,
tu figura invencible pregonaba:
él vio que, en la negrura de los cielos,
él vio que, en la negrura de los cielos,
de pronto apareció la Mujer blanca,
vestida con el sol del mediodía,
bajo sus pies, la luna por peana
y, cual diadema de oro,
sus sienes doce estrellas adornaban.
Mientras, lanzando espumarajos rojos,
un dragón colosal la amenazaba.
Pero en el cielo negro
¡ha brillado de nuevo una alborada!
¡La Madre ha dado a luz en el desierto
al Hombre Nuevo que al dragón aplasta!
Y esa Mujer indeclinable y pura
que en el Apocalipsis fue soñada,
eras tú, Mater, admirable y dulce,
"¡terrible como ejército en batalla!".
Invicta tú, el dragón despavorido
huyó lanzando aullidos por la rabia,
mientras tus ojos tiernos,
con su luz a tus hijos cobijaba..."
Pero ese Hombre Nuevo, Jesús, llamado también Emmanuel, que significa "Dios con nosotros", fue la espada más dolorosa que una madre pueda sufrir en su corazón: ella sabía cómo iba a morir su hijo: Torturado, burlado, ultrajado y crucificado.
Pero ese Hombre Nuevo, Jesús, llamado también Emmanuel, que significa "Dios con nosotros", fue la espada más dolorosa que una madre pueda sufrir en su corazón: ella sabía cómo iba a morir su hijo: Torturado, burlado, ultrajado y crucificado.
Por eso la veo a María como Corredentora, porque los sufrimientos del Redentor, se duplicaron en ella, dado que, cuando un hijo sufre, la madre sufre el doble.
Y me atrevo a verla también como una verdadera ministra de la Eucaristía, porque ella, como oferente, lo hacía sufriendo al límite los sufrimientos de la Víctima, llevando a cabo una suerte de Primera Misa de la humanidad, pero una Misa cruenta, es decir, con sangre real derramada; y quien ofrecía el sacrificio era la madre de la víctima ofrecida.
Escribió al respecto el sacerdote salesiano Néstor Alfredo Noriega, en su poema "Coronada de estrellas", unas frases estremecedoras. Dice así:
"Oh tú, la madre y sacerdote a un tiempo en una conjunción perfecta,
"Oh tú, la madre y sacerdote a un tiempo en una conjunción perfecta,
Tú que nos diste a Jesucristo allá en Belén sobre el silencio y la pobreza.
Y lo inmolaste en el exilio, junto a tu pecho devorado por la ausencia.
Y diariamente, por treinta años, en la humildad de Nazareth de Galilea.
Y en el tormento de aquel Viernes, cuando a la Luz crucificaron las Tinieblas."
En el capítulo 6, verso 10 del Cantar de los cantares, leemos una curiosa descripción que la Iglesia atribuye a la Virgen María:
Y termino aquí, ofreciéndole a nuestra divina Madre, en su Día, como una pequeña flor arrancada del jardín de mi inspiración, estos versos que los compuse hoy, 7 de diciembre de 2023, en prueba de mi devoción y de mi amor por ella.
OH MADRE, MUJER INVICTA
Hoy, ocho de diciembre, Virgen santa,
te alabo y te venero con ternura:
tus ojos son un faro en noche oscura,
y tu amor, como el sol que se levanta.
"Terrible como ejército en batalla",
resuelta a dar la muerte al Enemigo:
él busca al Emmanuel, que está contigo,
teniendo tus entrañas por muralla.
¡Y el Hombre Nuevo apareció en la tierra,
forjado en el amor y la pureza!
Dios mismo puso en ti luz y belleza,
y todo el esplendor que el orbe encierra.
Por eso el mundo aclama tu grandeza.
Por eso al Diablo tu poder le aterra.
Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva
Dr. Francisco Oliveira y Silva
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